
Solo unas pocos días después de haber llamado públicamente «burócratas» y «asesinos» a los funcionarios de Macri, el diputado nacional por Salta Miguel Andrés Kostas Zottos ha avalado con su voto el proyecto de presupuestos para 2019, remitido al Congreso por el mismo gobierno de «burócratas» y «asesinos» que él había criticado con inusual furia.
El problema -si es que hay alguno- es que en esos pocos días el gobierno no ha cambiado ni un ápice, ni en su discurso ni en su orientación en materia de política económica, por lo que es lógico suponer que el proyecto de presupuestos para el año que viene contiene todos los ingredientes que al diputado Zottos le parecieron «aberrantes» hace tan solo unos días atrás. Por ejemplo, la presunción de que las cuentas federales han sido diseñadas por ese ente diabólico y excecrable que es el Fondo Monetario Internacional
Preguntarse, por tanto, el porqué de semejante giro en el aire del señor Zottos es un ejercicio obligado. Tan obligado como baladí, porque parecido nivel de coherencia ha mostrado el mismo diputado en otros momentos igualmente oscuros de su ya de por sí oscura carrera.
Si a los políticos se les debe evaluar por la consistencia de sus decisiones y la correspondencia entre sus discursos y sus acciones en plazos más o menos largos, a Zottos, cualquier evaluación parecida le saldría con bastantes rayitas por debajo del cero. Lo suyo, más que sinuoso u ondulante es un perpetuo recodo, inexplicable, ilógico e imprevisible. Un cerebro en fuga, incapaz de reconocerse a sí mismo.
No está muy bien que un diputado insulte con duros adjetivos al gobierno, pero tampoco está muy mal del todo que lo haga. Igualmente, cualquiera puede apoyar o dejar de apoyar unos presupuestos llenos de recortes en materia social. Lo grave y preocupante es hacer las dos cosas casi simultáneamente, como ha hecho Zottos, prácticamente sin pestañar.
El gobierno de Macri no puede ser insensible y cruel un día y al siguiente haberse convertido en todo lo contrario. Es decir, que si Zottos no tuviese su cerebro en fuga, o bien hubiera votado en contra de los presupuestos, o bien se hubiera abstenido de llamar «burócratas» y «asesinos» a los mismos funcionarios a los que luego les bendice las cuentas.
Evidentemente, el más listo de la clase es Urtubey, que tiene la extraña virtud de convertir en activos políticos sus contradicciones más evidentes. Zottos, sin ese talento, se arriesga siempre a que lo tomen por un pelele, sin carácter y sin convicciones. Y eso lamentablemente es lo que ha sucedido.