El doble de éxito, la mitad de la vergüenza

  • Urtubey se interna descaradamente en los terrenos de la inmoralidad más dura, al manipular las estadísticas de la pobreza para intentar minimizar un problema grave que amenaza con hundir su carrera presidencial.
  • En el escalón moral más bajo

Los fact checkers argentinos han salido rápidamente a desmentir la sorprendente aunque convencida afirmación que el Gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, lanzó en una radio de Buenos Aires, respecto a la que la Provincia que gobierna ha tenido «el doble de éxito» que la Argentina en materia de reducción de la pobreza, de acuerdo con el último censo nacional.


El problema de este tipo de ejercicios -al fact checking nos referimos- es que se basan en unos datos fríos y objetivos, normalmente complicados de comprender -y más difíciles aún de relacionar y procesar- que muchas veces dejan a criterio del intérprete el juicio moral de la persona o de las acciones del que miente o distorsiona las cifras para sacar ventajas en la opinión pública o en el debate político.

Con el respeto que merecen este tipo de trabajos y la utilidad que reportan para el sistema democrático, la verdad es que la pobreza de Salta no es un problema estadístico, por más que se quiera o se pueda debatir hasta el infinito la mejor forma de contar y etiquetar a nuestros pobres.

Con seguridad, el problema de los pobres de Salta tiene otra dimensión intelectual y merece un approach distinto. Sea cual sea esta dimensión, hablar «del doble de éxito» mientras un tercio de la población se debate entre la pobreza extrema y la indigencia supone, cuanto menos, una claudicación moral imperdonable.

Reducir el problema de la pobreza a una relación aritmética es casi tan inmoral como ir por el mundo pregonando las bondades de la inteligencia artificial para combatir las patologías sociales -como los embarazos infantiles- mostrándose al mismo tiempo satisfechos por que los datos personales sensibles de decenas de miles de niños y niñas pobres de Salta sean tratados y almacenados en un país extranjero, sin ningún tipo de control o garantía. En cualquiera de estos casos, en vez hablar «del doble de éxito» correspondería hablar de la mitad de la vergüenza. Y para quienes la tienen poca de nacimiento, esto es casi como admitir que su vergüenza es cercana a cero.

En el mismo periodo histórico al que se ha referido el gobernador Urtubey (2001-2010) para cacarear «el doble de éxito» de Salta, algunos países del África subsahariana -por ejemplo Ghana- han logrado reducir la pobreza a un ritmo espectacular. En este país, con una población de unos 26 millones de personas, la pobreza bajó del 53% en 1991 al 21% en 2012. Ghana es una de las pocas naciones africanas que ha alcanzado el objetivo de desarrollo del milenio de reducir a la mitad la pobreza extrema a más tardar en 2015. Hoy en día, en el país africano, alrededor de 2,2 millones de personas son extremadamente pobres, y viven con menos de 1,90 dólares al día. En Salta, con una población veinte veces inferior, el número de pobres extremos es solo siete veces menor.

Prácticamente en el mismo periodo -entre 2001 y 2010- la pobreza se ha reducido también en el Reino Unido, país que ha pasado de una tasa absoluta del 28% en 2001 al 21% en 2010. A pesar de este dato, ningún gobernante de Ghana ha salido a tirar cohetes diciendo que su país ha conseguido «el quíntuple de éxito» que el Reino Unido en el combate contra la pobreza. Decirlo con esa frialdad estadística tan cruel habría sido catastrófico.

En los últimos veinticinco años, el mundo ha asistido a una reducción drástica de las cifras de la pobreza, en casi todas las regiones. Como no podría ser de otra manera, los avances han sido más notables en las regiones más postergadas, en donde al mismo tiempo se han producido otros dos fenómenos paralelos como el aumento de la desigualdad y el crecimiento demográfico, que han hecho que la pobreza general, en vez de retroceder, avance.

En el periodo utilizado por Urtubey para cargarse de razones, la pobreza se redujo en Salta menos que otras provincias pobres de la Argentina y mucho menos que otros países atrasados del planeta. ¿Es esto para hinchar el pecho de orgullo? Pero al mismo tiempo se ha profundizado en Salta la brecha social y económica que separa a ricos y a pobres, y en sectores como la administración pública el empleo ha crecido de forma exponencial, al compás del retroceso de la economía productiva y del crecimiento descontrolado de la población. ¿Puede el Gobernador de Salta decir que también aquí ha tenido ‘el doble de éxito’?.

Si todos fuésemos tan alegres como el gobernador Urtubey, podríamos proclamar mañana mismo a Salta como territorio libre de corrupción, solo por el hecho de que no hay condenas judiciales sobre la materia. La rabia se acaba cuando el perro muere, pero menos existe si el perro no llega a nacer.

El hombre que en 2007 juró por sus muertos «volver a poner al hombre en el centro de la escena», lo que ha hecho en definitiva es poner las cifras por delante del hombre. Y no solo delante del hombre, sino también delante de las mujeres, los niños y las niñas, víctimas ocultas tras la pesada cortina del big data.

Es por eso que a Juan Manuel Urtubey no se le puede reprochar su falta de statistical accuracy sino su falta de alma y de sensibilidad humana (there are people who have lost every trace of human kindness), que es en cualquier caso bastante más preocupante que un simple despiste estadístico.

Aunque lo más curioso de todo es que si Salta -de verdad- logró lo que su Gobernador dice haber logrado con tan poca dedicación al trabajo por su parte, sería lógico pensar que si Urtubey en vez de gobernar poco gobernara nada (lo cual no está muy lejos, por cierto), la pobreza en Salta desaparecería en pocos años como por arte de encantamiento. Bastaría, pues, con hacer aún menos para derrotarla. Y eso siempre es posible, claro.