
La nula experiencia política del Ministro de Economía de Salta, Emiliano Estrada, puede sintetizarse en la frase, por él pronunciada recientemente, y que atribuye los serios problemas financieros del Estado provincial salteño a los «errores no forzados de Cambiemos».
Si ya es un poco chocante que un ministro que lleva poco tiempo en el cargo repita la cantinela de sus antecesores y eche la culpa de sus males al perverso gigante del puerto y a su voraz apetito, lo es mucho más que, en vez de atribuir los errores «al gobierno nacional», a «Macri» o al «gobierno de Macri», se los atribuya a una fuerza política que, como casi todo el mundo sabe, no toma decisiones ejecutivas.
Es cierto que Cambiemos es la coalición electoral que ha aupado a Macri en el poder y que en ocasiones -cuando su dispersión ideológica se lo permite- emite opinión sobre los grandes problemas nacionales. Pero si a estos niveles de gobierno alguien comete errores, forzados o no forzados, ese alguien no es Cambiemos.
Pongamos un ejemplo: si los «errores» en materia económica ocurrieran en Salta, a nivel estrictamente provincial, a nadie en Buenos Aires, ni en ninguna otra parte del país se le ocurriría decir que son «errores del Partido Justicialista de Salta». Dirían en todo caso que son «errores de Urtubey» o «del gobierno de Urtubey».
Y la razón es muy sencilla: tanto el Partido Justicialista de Salta como Cambiemos no adoptan decisiones de gobierno. En el primer caso porque el partido no existe, está destruido (por el gobernador Urtubey que se ha encargado de ello); en el segundo caso porque la subsistencia de Cambiemos como coalición electoral no es suficiente para que los partidos o «espacios» que la integran dispongan de la fuerza necesaria para imponerle al Presidente de la Nación unas decisiones determinadas.
Sin embargo, como a las cosas hay que leerlas hasta el final, no podemos decir que la frase del señor Estrada carezca de sentido o que simplemente sea producto de su infantilismo político.
La mención a Cambiemos como el «monstruo» que se devora las entrañas de las pobres provincias periféricas es una consigna electoral, pues el enemigo estructural de Urtubey en las urnas no es Macri, sino -vaya sorpresa- Cambiemos. Es esta coalición la que puede liarle la marrana al Gobernador de Salta y dar por tierra con sus sueños presidenciales.
De ahí que el señor Estrada, que vive en un frasco pero al fin y al cabo transparente, se dé cuenta de que contra quien hay que tirar es contra aquel que yergue el cuello y no contra su jefe visible (Macri) porque no es seguro que él represente hoy por hoy un obstáculo para las ambiciones electorales de Urtubey.
Quizá el señor Estrada tenga un cerebro ancho y portentoso para los números (lo cual sería de desear), pero se ve que para la política su sistema nervioso no difiere mucho del de una ameba. No por su escaso desarrollo (no hay por qué menospreciar a las amebas) sino por sus caprichosas y cambiantes formas.