
En estos últimos días, el Partido Obrero ha sido caricaturizado por sectores afines al gobierno como una «fuerza insurreccional», más interesada en abatir a las ya de por sí precarias instituciones que en participar de ellas en forma leal y constructiva.
Una de esas voces críticas es la del senador nacional por Salta, Rodolfo Julio Urtubey, hermano del Gobernador de la Provincia, quien ha dicho que el PO padece una especie de esquizofrenia política, ya que mientras sus legisladores asisten a las sesiones y participan de los debates dentro del recinto de la Legislatura, fuera de ella sus dirigentes intentan derribar las vallas para tomar el edificio.
El senador expresa así su deseo de que el Partido Obrero renuncie a sus pretensiones revolucionarias y acepte gustoso el sistema perverso que permite, entre otras cosas, que su hermano Juan Manuel pueda ejercer durante 12 años como Gobernador de Salta, mientras él se plantea -íntimamente, según sus allegados- ser senador nacional por el doble de ese tiempo.
Mientras tanto, los dirigentes del Partido Obrero, fieles al manual, piensan que "no siempre hay que esperar a que se den todas las condiciones para la revolución", y que el encendido de pequeños focos antisistema (dentro o fuera de las instituciones) les va a permitir expandir con rapidez la revolución; es decir, obtener el levantamiento de las masas y acelerar el derrocamiento del régimen.
Enemigo del turismo
Pero esta forma de ver la realidad no solo irrita al recién estrenado senador -forjado en los moldes del nacionalcatolicismo más visceral- sino que también molesta a otros sectores, bastante menos sospechosos de contaminación ideológica como, por ejemplo, el de los empresarios del turismo de Salta.Estos, por boca de su presidente, el señor Carlos Rodríguez Alzola, han arremetido también contra el Partido Obrero, al que han denunciado públicamente por «buscar la anarquía y la desestabilización del gobierno de Salta», como si alguno de estos dos fuesen objetivos ilegítimos.
El señor Rodríguez Alzola, amigo de meterse donde no lo llaman, ha terciado en el conflicto que enfrenta a los trabajadores docentes con el gobierno provincial. Sobre este punto, el presidente de la Cámara del Turismo ha dicho que el Partido Obrero es el responsable de la postura intransigente de los docentes y el mayor obstáculo para que se llegue a un buen fin con las negociaciones.
Para Rodríguez Alzola, el turismo -una especie de religión de Estado en Salta- es una actividad muy frágil, pues cuando el turista se entera por los medios de comunicación nacionales de que en Salta hay una plaza tomada y se producen manifestaciones y cortes de ruta, huye buscando otros destinos; exactamente como si Salta fuera Egipto o Siria.
El presidente de la Cámara de Turismo piensa que el gobierno, con su infinita voluntad de diálogo, lo hace todo bien, mientras que el Partido Obrero, al contrario, lo hace todo mal; que no tiene derecho a desestabilizar al gobierno y, además, es el enemigo público número uno del turismo de Salta.
En otras palabras, que el atraso estructural de nuestra Provincia, la profunda desigualdad social de sus habitantes, la elevada tasa de desempleo, el inmoral nivel de trabajo no registrado, la alarmante extensión de la pobreza, la grave inseguridad ciudadana, la siniestra peligrosidad de nuestras calles y rutas, (sin contar con el dengue, el hantavirus y un sinfín de patologías sociales de las que el gobierno es directamente responsable), en vez de operar como factores disuasorios para el turismo, constituyen en realidad atractivos singulares de primera magnitud para estimular la llegada a estas tierras de potenciales visitantes.
En otras palabras, que el turista que nos visita acepta encantado nuestras lacras sociales más impresentables (entre ellas la tortura, violación y asesinato de dos jóvenes turistas extranjeras), pero no tolera ver a un trotskista con camisa de varios días manifestarse por las calles. Ante esa aterradora perspectiva, el veleidoso turista prefiere enfilar hacia la Patagonia.
Por eso es que el auténtico enemigo del turismo de Salta, el verdadero agente precursor del caos y la degradación estética de nuestros principales atractivos es el Partido Obrero, un grupo de disgregadores profesionales que con su insidiosa prédica insurreccional está impidiendo que los empresarios del turismo se llenen los bolsillos.
Y esto último es mucho más que lo que Trotsky pudo haber soñado; es decir, toda una aberración ideológica y una afrenta a nuestra patriótica y católica institucionalidad.