El 'macrista' Urtubey se confabula con el kirchnerismo en la Legislatura de Salta

  • Urtubey traiciona a Macri al impedir que los legisladores electos en la listas apoyadas por el Presidente de la Nación -ganador de las últimas elecciones en Salta- ocupen los lugares que corresponden a la oposición en la mesa de dirección de las cámaras legislativas, y al hacerlo, además, con el apoyo de los kirchneristas.
  • Borremos a Cambiemos

Las recientes sesiones preparatorias celebradas por la Cámara de Diputados y por el Senado de la Legislatura de Salta han dado un pésimo espectáculo al mundo democrático.


Durante su transcurso y, en especial, en el momento de procederse a la renovación de las autoridades de las dos cámaras, el gobernador Juan Manuel Urtubey ha dado muestras inequívocas de una incontrolable voracidad de poder, que es bastante poco compatible con los resultados de las pasadas elecciones, que lo situaron -como todos saben- como claro perdedor.

El mandatario salteño, tan proclive últimamente a lanzar improperios contra el kirchnerismo y contra su líder, la expresidenta Cristina Fernández, no ha tenido el más mínimo reparo en aliarse con esta denostada fuerza política para cerrar el camino a la representación parlamentaria de Cambiemos, que con cuatro senadores sobre veintitrés y dieciséis diputados sobre 60 aspiraba a tener un lugar en las mesas de ambas asambleas.

Como en las mejores épocas del «acordeón parlamentario» (el que se contrae cuando se trata de mostrar al oficialismo como un solo bloque y se expande cuando sus aliados quieren mostrarse como falsa oposición, para ocupar cargos), las fuerzas del Gobernador de la Provincia han jugado al juego que más les gusta y casi el único que saben hacer: falsificarse a sí mismos.

Al parecer, para copar todos los lugares con un poco de visibilidad política (aunque con escaso poder de decisión) vale cualquier cosa; incluso darse la mano por debajo de la mesa con los kirchneristas, pocas horas después de que el intendente Sáenz fuera invitado a la Casa de Gobierno para salir en la foto con Urtubey, en señal de «fina sintonía fiscal».

Puede que Urtubey y Sáenz -ambos macristas convertidos, pues el primero procede del kircherismo postmenemista y el segundo viene del massismo filorromerista- se entiendan en muchas cosas. Pero lo que está claro es que en materia de autoridades de las cámaras la discrepancia es total y, por serlo, el «fair play» entre ambos es nulo.

Habrá que preguntarse ahora qué pensará Macri de la lealtad y la fiabilidad como aliado de quien hace unos pocos días firmó el pacto fiscal y cambió su gabinete para «adaptarse» a las políticas federales, haciendo tabla rasa con la autonomía política de la Provincia de Salta. El que traiciona una vez tiende a hacerlo muchas veces.

Pero esta, a diferencia de las anteriores, no es una traición cualquiera. Pues si durante años Urtubey traicionó aparentemente a Romero, saliéndose de su disciplina primero, atacándolo sin piedad después, acorralándolo incluso con procesos penales, pero usando de su gente y clonando sus políticas, al menos Urtubey ha tenido la decencia de dejar de maldecir, en un momento dado, los años romeristas. Pero en el caso de su convergencia con el kirchnerismo, su traición coincide en el tiempo con una escalada cada vez más virulenta de injurias y descalificaciones hacia la expresidenta, que no ha cesado en absoluto.

Y si traicionar a Romero pudiera haber sido percibido casi como una cuestión de «celos domésticos», el haber traicionado a Macri con esta alianza con el kirchnerismo es una bajeza que tiene, o aparenta tener, importantes ecos nacionales.

A nadie va a convencer ahora Urtubey de que sus nuevos ministros están programados para responderle a Macri. Una buena respuesta al Presidente, una actitud leal y consistente con el apoyo prometido, era dejar que sus legisladores provinciales tuvieran el lugar que les corresponde en las mesas de dirección de las asambleas legislativas. Y no hacer exactamente lo contrario; es decir, reducir a Cambiemos -ganador de las pasadas elecciones en Salta- a la marginalidad política, en beneficio de un kirchnerismo que, en Salta, aparece -para qué negarlo- tan moribundo como lo está en otras partes del país.

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