
El que fuera el hombre fuerte del gabinete del gobierno de Juan Manuel Urtubey y que dejará sus funciones el próximo 21 de noviembre, don Carlos Teófilo Parodi, parece tener claro cual será su futuro político: quiere ser Gobernador de Salta.
Ahora bien; las razones que tiene para ello son para enmarcar y mostrárselo algún día a los nietos.
Para empezar -y como cada cosa tiene su orden y su lógica- Parodi ha dicho que antes de decidirse a ser el próximo Gobernador de Salta ha tomado otra decisión trascendente: la de desembarcar en la política partidaria.
Lo llamativo de este anuncio es que Parodi no ha dicho en qué partido planea aterrizar, con lo cual es razonable suponer que cualquier colectivo lo deja bien y que lo que menos importa en casos como este es el «sello».
Pero más extravagante que todo esto es que para el señor Parodi no importa el partido sino «el proyecto». Y no cualquier proyecto, sino aquel que encarna su jefe Juan Manuel Urtubey, a quien no le han bastado doce años en el poder para poder llevar a buen puerto sus ensoñaciones.
De lo que cabe deducir -sin necesidad de interpretar nada- que no es el impulso cívico lo que moviliza el apetito de Parodi, ni su deseo de transformar Salta, sino que simplemente lleva bajo el brazo una foto del jefe, que, como es archisabido en Salta, es un «proyecto» en sí mismo.
Casi todos saben también en Salta que a lo único que aspira Urtubey es a codearse con los más encopetados políticos nacionales, porque él se cree uno de ellos. Lo cual es absolutamente cierto, pero no tanto porque el nivel de Urtubey haya alcanzado alturas inalcanzables sino más bien porque el resto de los políticos de la escena nacional se han puesto bien al ras del suelo.
Es decir, que si Parodi se convierte en Gobernador de Salta -cosa probable pero no deseable- es casi seguro que entregará sus mejores energías y conocimientos a la siempre patriótica tarea de «posicionar» a Urtubey en ese stardom nacional que hasta ahora se le ha venido negando con insistencia.
Porque si hay una tarea inconclusa en la política de Salta es precisamente la de sentar a un salteño en el Sillón de Rivadavia. No importa mucho cómo y menos aún para qué. Lo bueno, para muchos patriotas, es que sea salteño. Después se verá.
Si Parodi lo logra, quizá el próximo en aspirar a la Rosada sea él. ¿Por qué motivo? Sencillamente porque si Urtubey consigue ser Presidente dejará cosas por hacer (como lo hizo en Salta) y siempre necesitará de su «rematador» favorito para que termine la tarea, o la deje también a medio hacer.
Así se cierra el círculo de la ambición vacía de contenido.