La joda es 'política de Estado' en Salta

  • La irresponsabilidad del gobierno de Urtubey, que fomenta en persona la diversión juvenil, sin educación suficiente y sin controles, está detrás de cada uno de los crímenes de mujeres que se cometen en Salta.
  • Una nueva víctima de la violencia criminal contra las mujeres
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Entre las señas de identidad más potentes del gobierno de Juan Manuel Urtubey se encuentra su decidida apuesta por la diversión juvenil desenfrenada, empeño en el que hace poco destacaban algunos de sus ministros pero que ahora tiene como protagonista central al propio Gobernador de la Provincia.


Los resultados de esta particular política de «pan y circo» se pueden contar por los cadáveres de mujeres jóvenes hallados en las cunetas, y -cómo no- por la cantidad de niños huérfanos, hijos de mujeres desafortunadas que cedieron a la oferta de paraísos veniales del gobierno provincial.

Echarle la culpa a los jóvenes y a «la cultura» de la violencia criminal contra las mujeres es como escupir hacia arriba. Más tarde o más temprano hasta la gente más desinformada y alegre termina dándose cuenta de que determinadas cosas pasan en Salta porque el gobierno se desentiende del asunto.

La actitud del gobierno es muy parecida a la del pirómano que, tras encender el fósforo, le da la espalda al incendio para no verlo ni presenciar sus devastadoras consecuencias, pero que se recocija leyendo las noticias sobre su hazaña. ¿Puede el sadismo llegar a semejantes extremos?

Solo un funcionario del gobierno ha reconocido que existe un vínculo directo y estrecho entre la abundante oferta de ocio y de diversión con el asesinato de mujeres. Por supuesto, no es cuestión de penalizar a la diversión, sino comprender que ésta no puede ser fomentada con tanta irresponsabilidad por el gobierno y menos con dinero público.

Comete un grave error el gobernador Urtubey al dejar que la violencia criminal contra las mujeres sea enarbolada, como si fuera un asunto que solo a ellas concierne, por las feministas que integran su gobierno. Unas feministas que, por cierto, nunca han alzado la voz para condenar la política de «viva la joda» que con marcado entusiasmo apadrina el Gobernador.

El exceso de diversión, la pobreza y la falta de educación forman un cóctel explosivo que el gobierno no acierta a desactivar. Su inercia o su ineficiencia, según los casos, tiene consecuencias catastróficas para la sociedad en su conjunto, no solo para las mujeres, aunque éstas aparezcan como las principales perjudicadas.

Ha llegado el momento de exigir al gobierno que deje libradas a la sociedad civil, a los agentes privados, las decisiones sobre la diversión y el ocio. Frente a un problema de tamaña gravedad como el asesinato de mujeres a manos de personas alcoholizadas y con ocasión de jolgorios de Estado, resulta imperioso sentarse a reflexionar y comprender que el gobierno no puede seguir esta demencial carrera hacia la muerte, disfrazada de bailes, fiestas y festivales, que para mayor indignación, pagan todos los salteños con sus impuestos.

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