Isa sigue regalando anteojos sin una ley que diga quién debe recibirlos

  • El Vicegobernador de Salta ignora que las prestaciones sociales que se disfrutan sin ley que las establezcan como derechos subjetivos constituyen el germen del voluntarismo y la demagogia.
  • La demagogia en acción
Desde su creación, el Estado del Bienestar se caracteriza por la base legal que lo sustenta. En las democracias modernas, es el conjunto social, el que a través de sus representantes (los elegidos para hacer las leyes) los que determinan en qué condiciones y con qué extensión el Estado acude en ayuda de los más necesitados.

Cuando esta decisión se deja en manos de un funcionario particular, o al arbitrio de una empresa privada, las ayudas sociales tienden a convertirse en elementos voluntaristas o demagógicos, según la finalidad que persigan.

A pesar de ello, el Vicegobernador de Salta, Miguel Ángel Isa, se ha tomado muy en serio esto de regalar anteojos, una práctica que ya venía de su anterior (y larga) etapa como Intendente Municipal de la capital de la Provincia.

Nada sería que el señor Isa regalara los anteojos a las personas necesitadas discretamente. El problema es que cada vez que lo hace despliega el aparato mediático del Estado, para dar a entender que si por él no fuera las familias con menos recursos estarían condenadas a la miopía y el astigmatismo.

Y si se trata de darle publicidad a la óptica que proporciona los anteojos (seguramente no gratis) todavía mejor.

Según la comunicación oficial del gobierno, el Vicegobernador lleva entregados más de 3.000 anteojos, que podrían ser 300.000 si la intención de Isa fuera la de mejorar la salud visual de la población vulnerable y no, como dice él, «ver esos rostros llenos de alegría y felicidad».

Contándoles un buen chiste, o llevando un payaso de circo a los barrios, Isa podría obtener el mismo efecto, sin andar jugando con la salud de las personas ni utilizando las necesidades de la gente para aparecer como un «solucionador de problemas».

Si el Vicegobernador de verdad quiere hacer que su tarea de repartidor de anteojos tenga algún sentido equitativo y que salga del cono de sombra de la sospecha de demagogia, le basta con pasarle por debajo de la puerta a un senador el texto de un proyecto de ley que establezca el derecho de las personas de bajos ingresos con visión reducida a que el Estado le proporcione gratuitamente los anteojos que necesita, después de un procedimiento administrativo objetivo y con bases equitativas.

Si la elección de los beneficiarios y las condiciones que estos deben reunir queda a la elección de Isa o de la licenciada Llanos, lo más probable es que el regalo de anteojos sea utilizado como una tapadera para la fidelización electoral, que es precisamente lo que no tolera nuestra democracia.