
No hay -aunque seguramente habrá- ningún «instrumento legal» (como se llama en Salta a los mamarrachos administrativos que elabora la Secretaría Legal y Técnica del gobierno) que informe a los ciudadanos las razones por las cuales un alto funcionario del Estado, que trabaja para servir a sus conciudadanos y no a su jefe, se decidió pasar una temporada en Europa, como si fuese la cosa más normal del mundo.
Que se sepa, Parodi no fue invitado a dar conferencias ni en el Camp Nou -en donde podría haber compartido el estrado con Neymar o con Umtiti- y mucho menos en Madrid.
Si por algún motivo los salteños decidiesen no pedir explicaciones de ninguna naturaleza al Gobernador por esta utilización libérrima del tiempo que debe dedicar a los asuntos diarios del gobierno, no deberían dejar pasar de ningún modo la oportunidad para enterarse qué razones son las que justifican que un funcionario del rango de Parodi abandone sus quehaceres para seguir a su jefe por La Mancha como si fuese su particular Sancho Panza.
Salvo que aparezcan las razones, que estas sean -valga la redundancia- «razonables» y que, además, se hagan públicas en un momento oportuno, hasta ahora el viaje del señor Parodi a Europa sin misión concreta alguna configura un claro abuso de poder, por el que tendrá que responder. Y si no responde, es sencillamente que la democracia de Salta carece de seriedad alguna.
La confianza del Gobernador no será suficiente en este caso. Si Parodi no aclara los motivos de su ausencia y si estos motivos no son serios, tendrá que dimitir de su cargo, pues de no hacerlo, lo lógico es que los ciudadanos exijan de inmediato la dimisión del Gobernador, y no parece que sea este el precio que tengan que pagar las instituciones de Salta por las veleidades turísticas del Jefe de Gabinete del gobierno.