
Con su acostumbrada torpeza verbal, el Gobernador de Salta ha dejado bastante claro ayer que su visita a Europa, que dura ya una semana sin que los ciudadanos conozcan los verdaderos motivos de ella, nada tiene que ver con la confusa charla de 17 de minutos que pronunció en el más joven de los centros universitarios de los que existen en Madrid.
Al contrario, la «excusa académica» ha servido ver juntos en Europa, acompañando los pasos del mandatario provincial, pero prudentemente resguardados de los focos y los objetivos, a tres de sus principales impulsores: Fernando Yarade, Federico Posadas y Carlos Parodi.
Esta presencia -que no se antoja casual- puede obedecer a varios motivos, pero entre esa variedad de causas destaca sin dudas una: la posibilidad de que Europa haya sido el escenario elegido por el grupo que detenta el poder en Salta para atar un acuerdo que tenga por última finalidad hacer que Yarade, Posadas y Parodi, con respeto a la ley del cupo femenino, se conviertan en los próximos diputados nacionales por Salta.
No se trata de algo nuevo, ni mucho menos. A comienzos de los años ochenta del siglo pasado se intentó algo parecido y en el mismo lugar.
El perfil de los elegidos habla a las claras de que Urtubey no quiere ni le interesa sentar en la cámara baja del Congreso Nacional a representantes del pueblo de Salta, sino a extensiones de sí mismo. Es decir que lo que quiere tener no son representantes soberanos y autónomos sino «devices» que estén a su servicio (a ser posible, a un «tap» de pantalla táctil) o bien a muñecos que le puedan servir para sus futuras y cada vez más lejanas posibilidades de alcanzar la primera magistratura del Estado nacional.
La operación, que apunta a convertir a la representación parlamentaria salteña en un museo viviente al servicio del faraón, de haber sido concebida en estos términos, es triplemente inmoral.
Primero, por lo que supone la ocultación a los salteños en general y a los afiliados y simpatizantes del Partido Justicialista en particular unas maniobras encaminadas a convertir en diputados nacionales a tres personas que, con independencia de sus méritos personales, arrastran una complicada historia (mejor no entrar en detalles), alejada del peronismo y de sus bases ideológicas.
Segundo porque las maniobras no se realizan en Salta, en donde las probabilidades de filtración son más infinitamente más altas; y
Tercero porque la elección, en la medida en que busca fomentar o alcanzar un grado de lealtad superior a la persona que a las instituciones, supone un refuerzo indecoroso del personalismo que el propio Gobernador asegura aborrecer.
La imagen de los incondicionales de Urtubey haciéndose un selfie junto a las pantallas de la Universidad Camilo José Cela que muestran la imagen del líder habla por sí sola del nivel de infantilismo político que rodea a estas maniobras, que intentan alcanzar el éxito de espaldas a los ciudadanos y en abierta oposición a sus legítimos intereses.
