¿Por qué el gobierno de Salta no ha informado del viaje de Urtubey a Barcelona?

  • A un año y pocos días del escándalo desencadenado por su viaje a París y Nueva York, Urtubey y Macedo se van a Barcelona sin que el gobierno de Salta informe lo más mínimo al respecto.
  • Sociedad anestesiada
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Casi todos los salteños recuerdan que el año pasado, horas después del acto oficial por el aniversario de la fundación de Salta (16 de abril de 2016), el Gobernador de Salta y su entonces novia oficial abandonaron presurosamente el territorio provincial y se embarcaron en un largo viaje al extranjero, que duró aproximadamente dos semanas.

No fue sino hasta el 1 de mayo siguiente en que el mandatario provincial volvió a ser visto en Salta, realizando actividades propias de su cargo.

Si bien el escándalo entonces fue mayúsculo -entre otros motivos porque el viaje originalmente previsto a los Estados Unidos, incluyó un previo paseo de la pareja por París, que no figuraba en ninguno de los decretos- el Gobernador de Salta ha adoptado la costumbre de abandonar la Provincia de Salta sin informar de su destino, como es su deber, y sin dar ninguna razón ni explicación de los motivos de sus desplazamientos a los lugares más insólitos.

El problema que plantean las repetidas ausencias de Urtubey de su puesto de trabajo no es el abandono de sus responsabilidades sino la creciente complacencia social con este tipo de abusos. Dicho en palabras más claras: los salteños no parecen especialmente preocupados porque el Estado provincial sea una nave sin timón mientras el elegido para gobernar utiliza el tiempo y el espacio como mejor le plazca.

Quiere esto decir que mientras Urtubey tiene y tendrá siempre una disculpa (le bastará con decir, como lo ha hecho en repetidas ocasiones, que sus diversiones personales y familiares son «un servicio» prestado a los salteños), la sociedad sumisa y poco exigente no tiene ninguna.

En Salta hay partidos que se autodenominan «opositores» con dirigentes que tiemblan como una hoja de papel ante la sola insinuación de que deberían pedir al Gobernador que informe a los ciudadanos sobre sus viajes y la utilización libérrima de un tiempo que se debe dedicar a la tarea de gobierno (a servir a los intereses generales) y no al solaz particular.

Pero aun cuando la oposición peque de excesiva prudencia o de miedo reverencial, lo que es a todas luces inexplicable es que el servicio de comunicación pública del gobierno de Salta, que no paga el Gobernador de su bolsillo sino el presupuesto al que contribuyen casi un millón y medio de salteños, no solo se abstenga de informar, como es su deber, sino que además haga esfuerzos ostensibles por ocultar estos viajes lúdicos.

Un año después del escándalo de París y Nueva York, el Gobernador, su esposa y sus hijos, han partido a Barcelona, aparentemente con la intención de ver jugar en directo a Lionel Messi. Fuentes fiables confirman la presencia de la familia Urtubey-Saravia-Macedo en el Camp Nou durante el partido entre el club local y el Villarreal.

No hay que olvidar que la dupla Urtubey-Macedo llega a Barcelona después de un periplo turístico respetable que en los días anteriores al cruce del océano incluyó viajes a San Carlos de Bariloche, Resistencia y Buenos Aires.

Son contados con los dedos de una mano los salteños que pueden armar las valijas en dos horas y mandarse a mudar a Barcelona para ver jugar a Messi. Es una injusticia inexplicablemente tolerada que el Gobernador de Salta pueda hacerlo, aunque sea él mismo el que pague los billetes, porque lo que está en juego no es tanto el dinero (que al Gobernador y a sus hijos parece sobrarles, a juzgar por el intenso «tren de vida» que llevan), sino la utilización sin límites ni pudor del tiempo, que al Gobernador, como representante permanente de la Provincia de Salta y como jefe del gobierno, no le pertenece en propiedad.

Todos los gobiernos serios del mundo informan sobre los viajes privados de los altos dignatarios del Estado. Informar sobre un viaje privado no comporta informar sobre su vida privada. La utilización privada del tiempo y del espacio público es algo que concita el interés general, especialmente cuando quien utiliza estos recursos es un gobernante electo.

Si el Gobernador insiste en poner tierra de por medio cada vez que se lo pide el cuerpo, al menos el aparato de comunicación pública que todos pagamos para conocer con la mayor precisión y fiabilidad posible las actividades de quienes nos gobiernan, debería tener la decencia de informar sobre este tipo de viajes. Simplemente, para que los ciudadanos puedan ejercer su derecho a opinar y no para que la opinión les sea arrebatada mediante una operación concertada de silencio.