Mientras Sáenz cumple con los jubilados, Isa atiende a niños cortos de vista

Dice la comunicación oficial de la Municipalidad de Salta que la decisión del intendente Gustavo Sáenz de pagar unas cantidades adeudadas a los trabajadores municipales que se jubilaron en 2014 y 2015 obedece al cumplimiento de un decreto.

La misma comunicación señala que con la autorización de pago librada por Sáenz es la respuesta del gobierno municipal al interés de estos trabajadores que habían pedido la agilización de los expedientes correspondientes, y un «reconocimiento» a los agentes jubilados, que «estuvieron sin recibir respuesta alguna durante la gestión anterior».

El palo para Miguel Isa coincide con el anuncio de una nueva entrega, por parte del ahora Vicegobernador de Salta y antes Intendente Municipal de la ciudad, de unos treinta pares de anteojos, a personas «desfavorecidas».

Entre una actitud y otra hay una sutil diferencia jurídica: Sáenz cumplió con una norma que le obligaba a pagar; Isa regaló sus anteojos (que no son suyos, por supuesto) sin norma legal alguna que lo ampare, que lo autorice o determine de forma objetiva y transparente de qué forma se selecciona a los posibles beneficiarios «vulnerables» de estas donaciones.

Las consecuencias de estas dos acciones son también diferentes: cuando los jubilados municipales cobren lo que se les adeuda en concepto de «beneficio», tendrán la sensación de que la Municipalidad ha satisfecho lo que por derecho les corresponde; mientras que cuando los niños cortos de vista y más cortos de obra social se calcen los anteojos regalados por Isa, pensarán que un rey mago o un hada madrina se les ha cruzado en el camino y se preguntarán por qué los elegidos han sido ellos y no otros niños pobres que apenas si pueden ver a cinco metros.

En el primer caso, el jubilado municipal experimentará un sobrio agradecimiento de tipo «republicano»; en el segundo caso, el niño o la niña con anteojos nuevos se acordará toda su vida del funcionario bonachón que le regaló sus primeros anteojos. Un agradecimiento «clientelar», que seguramente será continuado con una prótesis dental dentro de algunos meses o de otras maravillas de la ortopedia moderna.