
Este parece ser el caso de la Subsecretaría de Desarrollo de Políticas Sociales de la Municipalidad de Salta, que a falta de mejores ideas y seguramente influida por la profesión privada de su titular, ha salido a la luz pública para anunciar un «programa de apoyo familiar», cuya finalidad -en palabras de la propia Secretaría- es la de dotar a las familias de herramientas de capacitación en distintos niveles: socioeducativos, psicológicos, pedagógicos y de las ciencias médicas.
El mencionado programa tiene una finalidad añadida: la de «abonar una mirada integral en el cuidado y desarrollo infanto-juvenil».
Visto con cierta frialdad, los temas propuestos son sumamente interesantes. El error está en el público al que está destinada esta peculiar actividad y la pretensión de integralidad que conlleva.
Pues si el Estado está legitimado para formar a sus funcionarios en materias como estas o para estimular debates en la sociedad relacionados con los problemas que plantea, desde luego no lo está para dirigirse con su propio mensaje y su propio enfoque a las familias. Se trata de un paternalismo inadmisible; sencillamente porque no son los psicólogos a sueldo del gobierno los más indicados para señalar a las familias cuál sea el camino que deben elegir en el ejercicio de la libertad fundamental de criar a sus propios hijos como mejor les convenga.
Quizá la formación tendría más sentido si fuese al revés; es decir, si las familias (institución privada por excelencia y, como tal, confrontada con el Estado) se organizaran y se propusieran volcar sus conocimientos de apoyo familiar y pedagógico sobre los psicólogos del gobierno.
Basta con repasar superficialmente el programa que está detrás de esta formación oficial para darse cuenta que allí hay algo no demasiado respetuoso con la libertad ajena, y, especialmente, de que alguien expresa, a través de estos temas, una gran desconfianza hacia el ejercicio de tal libertad.
Por ejemplo, el tema «una nueva forma de entender la crianza y la educación de nuestros hijos e hijas» o «la parentalidad en la encrucijada», que parecen salidos de una charla parroquial pronunciada por «laicos comprometidos» en una sacristía perfumada de incienso.
El «modelo de familia» que propone este enfoque es, por supuesto respetable, desde el punto de vista teórico. Pero habiendo otros (y en este campo hay cientos de ellos), el deber de la Municipalidad es observar la debida neutralidad entre los diferentes enfoques científicos y las distintas orientaciones de las ciencias sociales.
Lo más importante, sin embargo, es que la autoridad pública no puede limitar la libertad de los individuos imponiéndoles, por vía de una «capacitación», una visión particular y cerrada del mundo infantil y adolescente; y menos hacerlo con pretensiones de superioridad científica. Es decir, que si se hubiera organizado un debate sobre los desafíos que enfrentan las familias, al que fuesen invitados expertos y científicos de diferentes disciplinas, de diferentes orientaciones ideológicas y de diferentes extracciones sociales, la Municipalidad podría haber hecho una contribución al debate libre.
Lo mismo hubiera sucedido si la Municipalidad hubiera convocado a asociaciones libres de familias o de padres a confrontar sus visiones y experiencias sobre el tema, o concedido ayudas para que las familias necesitadas pudieran encontrar soluciones profesionales. Pero hacerlo de esta manera es bastante «poco deportivo».
Porque todos los temas escogidos para este «programa» son opinables, y como tal, tienen en común su manifiesta inadecuación para que los mismos sean «abordados» y transmitidos a un público cautivo desde una perspectiva sesgada y personalista.
Para finalizar, parece muy claro que al menos esta oficina de la Municipalidad de Salta desconfía de la libertad y considera que el tejido social que conforman las familias salteñas es débil y deficitario. Ninguna de las dos cosas es mala de suyo, pero sí lo son las herramientas con que se propone hurgar en los espacios ajenos de libertad y el modelo de intervención social, que se asemeja y mucho al de las sociedades totalitarias.