
Algo debió de pasar, sin dudas, para que tras los agravios vinieran los dulces. Y ese algo es el tardío descubrimiento por parte de Urtubey y de sus amigos, del poder de la chequera del señor Cano, especialmente si se pone en relación la «capacidad de convicción» de su talonario con los resultados probables de las elecciones de 2017.
Si Urtubey ha pedido o no disculpas a Cano es algo que por el momento se desconoce. Lo que se sabe a ciencia cierta es que ni el Gobernador de Salta ni el Ministro de Gobierno han pedido perdón a los ciudadanos por los destemplados ataques que dirigieron al funcionario nacional, que pueden no haber ofendido a éste, pero sí a una buena parte de los electores.
Después de hacer públicamente pelillos a la mar, no se sabe muy bien si el tucumano ha pasado a militar en la categoría de «inútil menos importante» o si, por el contrario, ahora es menos inútil que antes; lo cual, por cierto, es bastante improbable. Para Urtubey, en cada inútil con presupuesto hay un ser que genera empatía antes que rechazo. Es, para decirlo brevemente, como si se estuviera mirando en un espejo.
En cualquier país normal, una arrobada declaración de amistad como la que Urtubey ha rendido a los pies del señor Cano tendría unas mínimas consecuencias políticas, como por ejemplo la dimisión inmediata del Ministro de Gobierno, autor de un insulto que es más apropiado para una carpa de carnaval que para un alto despacho oficial. Si el señor Juan Pablo Rodríguez tuviese un poco de dignidad, debería dejar el gobierno por la puerta de atrás, haciendo el menor ruido posible.
Pero ya sucedió antes con Romero, al que Urtubey y sus lenguas viperinas calificaron públicamente en su día con adjetivos tan poco decorosos como «demente» y «traficante de drogas», para después invitarlo a la boda del Gobernador y recibir a Romero y al diario El Tribuno en la amplia mesa en la que se sientan los hijos pródigos del peronismo. Unos desheredados a los que se les perdona todo: desde los insultos pasados hasta los procesos penales presentes.