El machismo se atraviesa en el futuro político de Isabel Macedo

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Aun cuando no ha habido anuncio oficial, faltan pocos días para que la actriz Isabel Macedo se convierta en la esposa del Gobernador de Salta y, por añadidura, en la Primera Dama de esta Provincia.

Ante la inminencia de las segundas nupcias del Gobernador (un suceso que ya daban por descontado los expertos en marketing político), la prensa más superficial se ha dado a la tarea de especular sobre el «futuro político» de la señora Macedo, algo que intriga bastante a algunas personas que todavía recuerdan que la máxima figura política femenina de la historia del país también fue una actriz que tuvo la visión de casarse con un político de prometedor futuro.

Pero según da a entender el diario El Tribuno de Salta, el «futuro político» de la señora Macedo no lo decidirá ella misma (como sí hizo por ejemplo la señora Eva Perón) y, en cambio, será «lo que diga su marido».

Según esta publicación, si la señora Macedo se dedicará o no la política depende de los «planes» que para ella tenga su futuro esposo. Es decir, exactamente igual al año 1925 cuando aún regía en la Argentina el artículo 55 del Código Civil que incluía a las mujeres casadas entre las incapaces relativa de hecho y las colocaba bajo la «patria potestad» de su marido.

Hay que recordar en este punto que la señora Macedo lleva un buen tiempo presentándose a sí misma como una mujer independiente, que vive de su trabajo desde que era adolescente. Todo indica que una vez que haya dado el «sí quiero», su independencia y autonomía de self-made woman se habrán esfumado en beneficio de la posición predominante de su pareja masculina, pues será ésta la que pasará a regir su destino.

Si bien el Gobernador de la Provincia no ha pronunciado aquellas palabras, el que haya habido en los medios una interpretación machista de su postura alrededor de la futura actividad política de la señora Macedo se debe, sin dudas, a su peculiar enfoque de la relación de pareja: «Ella me acompaña, pero no hace política, no hace discursos. Cuando estás con alguien que te ama te sentís invulnerable y para mí esa es la función más importante que pueda tener», ha dicho de su propia boca el mandatario salteño.

De lo que se desprende, sin necesidad de hacer grandes esfuerzos interpretativos, que la función más importante (el matrimonio es, ante todo, un hecho fisiológico) que tendrá la futura esposa será «amar al líder», pero no para que éste se sienta amado y feliz sino para se sienta «invulnerable». En un mundo de adanes y evas, la futura esposa (por decisión ajena) se parecerá más a Eva Braun que a Eva Perón.

Es decir, que la futura Primera Dama de Salta, a diferencia de la anterior (de cuya discreción y sobriedad hablarán algún día los libros de historia), solo será un «dispositivo» (un objeto) cuyas funciones están -al parecer- milimétricamente diseñadas para apuntalar a su pareja. Una especie de backup humano. A la pregunta de cuál sería el futuro político de su mujer, un gobernador democrático (no machista) habría respondido sin vacilar: «Pregúntenselo a ella. Es ella quien decide».

Si bien en su rol profesional, Macedo ha destacado mucho más como actriz secundaria, no hay nada (salvo una ficción organizada) que le obligue a caminar dos pasos detrás de su marido o a situarse al lado, pero con una actitud subordinada, como ha venido ocurriendo en las últimas apariciones públicas de la pareja.

En una Provincia atravesada por las desigualdades y en la que las mujeres luchan a brazo partido por alcanzar un trato equitativo (por no decir que luchan simplemente porque no las maten), la atribución al Gobernador de la «última palabra» acerca del futuro político de su esposa constituye una mala señal para todos aquellos que creen que la promoción de la mujer forma parte de las asignaturas pendientes de la democracia salteña.

Habría que preguntarse por qué motivo el Observatorio de Violencia contra las Mujeres, que pretende acabar con las elecciones de reinas de belleza en el territorio provincial, no «observa» también que la arbitraria atribución de roles políticos de la mujer del Gobernador, efectuada por éste, conspira contra la libertad de elección y participación en los asuntos públicos que compete a cualquier ciudadano, con independencia de su sexo.

Y que de ser cierto de que a la futura Primera Dama le aguarda un porvenir de «amante esposa» consagrada al amor y a la invulnerabilidad de su amado, lo que realmente le espera a la señora Macedo en Salta no está a la altura de lo que las mujeres de Salta esperan y desean de ella.

Si alguien se da cuenta de esto a tiempo, es posible que en los próximos días veamos a los alumnos Urtubey y Macedo matricularse en esos cursos fulminantes y superefectivos que organiza el Ministerio de Derechos Humanos provincial, que en cuestión de pocas horas aseguran haber sensibilizado a los jóvenes de Rosario de Lerma y a los agentes de la Policía en «relaciones saludables» o en «género y diversidad».