
Según este parte, Urtubey dijo que tiene la agenda 100 por ciento puesta en lo que debo hacer por la gente, una afirmación que sería para enmarcar y colocar en el Hall of Fame de las obviedades, de no ser por un pequeño detalle: El Gobernador no dijo qué es lo que, a su juicio, «debe» hacer por la «gente», así como tampoco a qué «gente» se refiere.
Expresiones del mismo calado demagógico son muy frecuentes en Urtubey, que va camino de convertirse en unos de los líderes políticos más ambiguos y menos concretos del mundo.
Pero a falta de datos concretos sobre sus intenciones y sobre sus tareas pendientes, ya para para empezar la tajante afirmación de que el 100 por ciento de las entradas de su agente son cosas que «debe hacer por la gente» se contradice con las versiones muy extraoficiales que indican que el mandatario y su novia planean comprarse una casa común (un nidito de amor offshore) en la localidad bonaerense de San Isidro.
Pero aunque esta información no sea cierta (no se ha podido confirmarla) es claro que la agenda del gobernador Urtubey tiene una buena cantidad de citas y apuntes relacionados con su nueva actividad de «boyfriend», lo que solo sería compatible con su afirmación de dedicación total a la «gente», si en ese generoso y flexible sustantivo colectivo incluimos a la señora Isabel Macedo y a sus amistades.
Otra de las afirmaciones del Gobernador en Rosario y que pueden considerarse solemnizaciones de lo obvio es aquella que dice: «Cuando se discuten políticas públicas, en nuestro caso, no discutimos poder, sino cómo damos solución a la gente».
Dejando de lado otra vez que no se mencionan las soluciones, ni los problemas, ni se identifica a la «gente» (que bien podría ser la señora Macedo y personajes de su fino pelaje), el caso es que cuando se tiene el poder, como lo tiene Urtubey, sería estúpido discutirlo. De modo que el renunciar a discutir las posiciones de poder no tiene ningún mérito.
Ahora, que si analizamos con detenimiento los lazos, llamémosle turísticos, entre Rosario y Salta, pensemos que si ello representa una expansión de la economía del sector lo que correspondería preguntarse es a cuánta gente benefician estos intercambios. Quiénes son estas gentes.
Porque el gobierno de Salta no ha dicho ni dirá jamás cuántos puestos de trabajo estables, decentes y bien remunerados generan en la economía provincial los tres vuelos semanales que hay a Rosario.
Es más razonable pensar, que si algún negocio queda en Salta, éste es patrimonializado por los mismos privilegiados de siempre; es decir, por la «gente» a la que Urtubey está interesado en beneficiar, por aquellos a los que el Gobernador les soluciona problemas. Los de siempre, en pocas palabras.
Cualquiera sabe que en el norte de la Argentina, el turismo es una actividad económica de señoritos, de niños y de niñas bien, que prestan unos servicios de calidad más que discutible y que, además de pagar pocos impuestos, mantienen una altísima tasa de trabajo no registrado. Esa es la Argentina más equitativa y con inclusión que pretenden Urtubey y su apretada «agenda».
Cuando el Gobernador sea más sincero y, sobre todo, más concreto, y frente a un auditorio crítico enumere los problemas pendientes, identifique a sus responsables y proponga soluciones que no sean aceptar lo que manda Diosito y resignarse al sacrificio, «porque es hermoso», podremos pensar que Urtubey de verdad está preocupado por los gravísimos problemas de cohesión social que desdibujan a Salta y la mantienen a la cola de los espacios civilizados del continente.
Pero después de ocho años de mirar las necesidades, venir ahora con que falta mucho por hacer, no solo es un despropósito, es también una falta de respeto.