
La potabilidad del agua es precisamente una de esas cualidades del elemento que no admiten graduación. El agua o es potable o no lo es.
De modo que, si como dice el gobierno de Salta, representa una mejora en la calidad del agua el haber llevado a cabo tareas de mantenimiento y limpieza en un depósito de 600 mil litros de agua, es porque el referido depósito se encontraba sucio. Es decir, que al agua allí almacenada, y que consumían los metanenses, salía de los grifos con alguna sustancia que no debía contener.
No queremos decir con ello que se trate de sustancias peligrosas para la salud del ser humano. Pero aunque así no fuese, no hay motivo para que el gobierno guarde silencio acerca del tipo de sustancia que podría encontrarse en el depósito de agua antes de que se procediera a su limpieza y mantenimiento.
La transparencia informativa exige que el ciudadano consumidor conozca puntualmente cómo se trata el agua que consume, y no simplemente que el gobierno presente como un «beneficio» o una «gracia» del Gobernador unas obras que son de sentido común.
Por supuesto que al que se lleva el agua al estómago le interesa saber si lo que está consumiendo no contiene arsénico, restos de pesticidas o cualquier otra sustancia potencialmente cancerígena. pero también está en su derecho de saber si la cisterna que almacena el agua que consume tiene sedimentos, orgánicos o de otro tipo, y qué elementos se utilizan para eliminarlos.
Cualquier «mejora» en la calidad del agua que consumimos debe comenzar por una mejora en la información que se suministra a los usuarios.