Las inadmisibles interferencias de Assennato, el intendente 'paralelo'

Igual que sucede con las libertades públicas y con otras instituciones de crucial importancia para la vida política de los salteños, la autonomía municipal -un valor sobre el que pivota la limitación del poder establecida por la Constitución provincial- es un juguete en manos del gobierno de Urtubey.

Si no fuera así, nadie se explica que se mantenga abierta y funcionando una oficina, como la Secretaría del Área Metropolitana, que claramente distorsiona y entorpece el normal funcionamiento de las instituciones locales y que en vez de acudir en ayuda de los intendentes y los concejos deliberantes pretende -y de forma descarada- subrogarse a ellos.

Por tanto, no solo es necesaria la renuncia o la destitución del señor Matías Assennato, responsable de esta oficina fantasma, sino el cierre total y definitivo de esta estructura administrativa que solo crea malestar, fomenta celos y no aporta ninguna solución a las demandas de los ciudadanos.

Solo puede entenderse la existencia de un departamento de Estado con rango de secretaría, que se ocupe de anular las competencias de intendentes electos por el voto popular, como una picardía del poder, encaminada solamente a ponerle las cosas más difíciles a los intendentes de Salta y de Cerrillos, Gustavo Sáenz y Yolanda Vega, respectivamente.

El gobierno de Urtubey ha cedido a la tentación de controlarlo todo, como si todo fuese posible de controlar en democracia. Sucede desde que el Gobernador sucumbió a la debilidad de designar Ministro de Gobierno a una persona sin formación como Juan Pablo Rodríguez.

Es bastante sabido que las personas con menos conocimientos y habilidades tienen una tendencia muy clara a los comportamientos totalitarios, mientras que aquellas con más formación y más destrezas no temen que los demás ejerzan su libertad, sin cortapisas.

Va siendo hora que Urtubey demuestre que respeta a los intendentes municipales, que respeta a las comunidades locales que los eligieron y que le interesa más la autonomía municipal, como pilar de la distribución territorial del poder, más que la suerte de dos aficionados al baile tropical como Assennato y Rodríguez.