Salvando al soldado López

mt_nothumb
Desde aquella conmovedora imagen de Salvador Allende, presto a repeler junto a un grupo de incondicionales el ataque golpista sobre La Moneda, no existían fotografías conocidas de civiles ataviados con cascos militares que hubieran despertado tanto interés como la del extinto presidente chileno, en septiembre de 1973.

Hasta que vino el ingeniero López, el ex número dos de De Vido, que fue sorprendido cuando hacía de blanca paloma en un convento de clausura y salió de allí vestido como el palomo mensajero de Pierre Nodoyuna.

Las fuerzas del orden, para proteger su integridad física, no solo le colocaron un chaleco antibalas reforzado, sino también un casco que, por su aspecto, bien podría haber sido adquirido por algún nostálgico argentino en una subasta de objetos nazis en Munich.

Curiosa historia de vida (o De Vida) la de López, pues primero fue blindado por su jefe De Vido y después por la Policía Federal, que lo cuida como oro. Después de lo de Nisman, cada preso es un tesoro, dicen.

Seguro que con tanta protección reforzada, cuando López logre superar este «momento difícil» (M. D.) su futuro no estará en la política sino en alguna empresa de transporte de caudales como Prosegur o Juncadella. Porque el hombre no solo sabe de fajos sino que ahora también es experto en transportes blindados.

mt_nothumb