
Supongamos que sea la Fundación RAP la que pague todo el gasto del viaje por once días de Urtubey a Nueva York y que sea esta entidad la que financie las actividades oficiales que el mandatario salteño afirma realizar en aquella ciudad.
En tal caso, ¿corresponde que los días comprendidos entre el 19 y el 30 de abril le sean liquidados y abonados al Gobernador en su sueldo normal por la Tesorería de la Provincia?
Si ello ocurriera, ¿no estaría cobrando un doble sueldo por realizar las mismas actividades? ¿No estaríamos ante un caso de enriquecimiento sin causa?
Si el Gobernador quisiera hacer pasar su viaje como vacaciones pagadas (a las que tiene derecho, obviamente) ¿podría durante sus vacaciones recibir donaciones o emolumentos privados, que no provienen de la ayuda familiar, para sostenerse durante once días en Nueva York?
¿Puede el Gobernador de Salta pertenecer, en calidad de miembro, como lo reconoce el propio gobierno, a una fundación privada que se dedica a financiar viajes de políticos al extranjero? Si el Gobernador pertenece a ésta fundación en concreto, ¿a cuántas más -que no saben los salteños- pertenece? ¿Qué objeto persiguen, si acaso, estas fundaciones?
Aunque a partir del 1 de mayo próximo llueva dinero de Wall Street sobre la Plaza 9 de Julio y los salteños de hoy comiencen a gastar lo que pagarán los salteños de mañana, será muy difícil, para aquellos que creen en la transparencia y en el control democrático, evaluar los resultados de la visita de su Gobernador a Nueva York. Todo o casi todo lo que rodea a este viaje permanece en la más absoluta oscuridad.
De las tres actividades «oficiales» anunciadas por el gobierno en relación con este viaje (dos charlas y una ronda de exploración financiera) solo se conocen dos fechas y dos escenarios, separados el uno del otro -insólitamente- por seis días. De lo demás no hay noticias, ni una mayoría de salteños las esperan.
En las visitas de los jefes de Estado extranjeros a Nueva York lo usual es concentrar las actividades programadas en dos o tres días, que incluso sobran si se tiene en cuenta de que muchos mandatarios dedican una tarde a pasear por el Central Park. En el caso de Urtubey, los once días alcanzan para hacer varios viajes románticos a las cataratas del Niágara, ida y vuelta.
La desesperación informativa oficial del gobierno deja la sensación de que Urtubey, además de ser Gobernador de Salta, es alto empleado de varias organizaciones privadas (algunas no lucrativas, pero otras...) de las que el gran público no estaba bien enterado. La legalidad de la posible participación del Gobernador en la gestión de intereses privados se derrumba cuando se comprueba la ocultación, pues si el Gobernador recibe dinero, donaciones, dádivas o regalos (en forma de pasajes de avión o de facturas de hotel) su deber es informarlo con el máximo detalle.
No es a los privados a quienes incumbe informar. Tampoco pueden los ciudadanos intentar controlar a estos, sin lesionar sus derechos o invadir competencias de organismos públicos. Pero quien debe transparentar sus actividades, y hacer visibles sus lazos con agentes privados (sobre todo si ello supone realizar tareas offshore), es el Gobernador de Salta, que por haber ganado las elecciones por tercera vez ha olvidado quizá que su tiempo (incluso su tiempo libre) es un activo del Estado y que no puede dilapidarlo alegremente sin rendir cuentas a los ciudadanos.
Así que cuando el Gobernador regrese, se tendrá que arremangar y explicar cómo hace para que sean moral y políticamente compatibles su desempeño del cargo electivo y su participación, a título de miembro, en una fundación que exige a quienes las integran un «código de conducta» virtualmente secreto.
Aclaramos, finalmente, que la palabra curro, que aparece en el titular de este artículo, está utilizada en el sentido de «acción de trabajar» y no en su más acotado pero no por ello menos preciso significado de «acción de estafar» (DRAE 23ª Edición).