El Gobernador de Salta asiste a los actos más triviales pero falta al apadrinamiento de sus ahijados

El Gobernador de la Provincia, don Juan Manuel Urtubey, es capaz de asistir al acto más intrascendente de entrega de una cachiporra al comisario del pueblo más pequeño de Salta o repartir en mano certificados de personería jurídica (que bien podría enviar por correo postal simple), o plantarse en Brasil para ver un partido del Mundial mientras la Provincia se viene abajo... Pero al acto de apadrinamiento oficial de sus ahijados manda a un funcionario de tercera línea del gobierno.

Así se desprende de la comunicación oficial del gobierno de Salta en la que se da cuenta que a la doble ceremonia en la que trece niños de diferentes localidades de la Provincia recibieron su bautismo, apadrinados por la Presidente de la Nación y por el Gobernador de Salta, el mandatario provincial no acudió en persona.

El parte oficial del gobierno incurre en evidente error al hablar de «Bautismos Presidenciales y Gubernamentales» (sic), ya que el primer sacramento de los cristianos no es ni administrado ni recibido por la Presidente o por el Gobernador, quienes en el mejor de los casos actúan en la ceremonia como simples padrinos. A menos que se entienda por «bautismo» un acto de iniciación ideológica y no religiosa.

El Gobernador sin embargo no dejó a sus flamantes ahijados totalmente desairados, pues no solo envió a sostener el cirio al Director de Ceremonial y Audiencias de la Casa de Gobierno, sino que llenó la canasta de los neófitos con abundantes «souvenirs» como medallas recordatorias, subsidios y obsequios.

Cuando los recién bautizados tengan edad suficiente para comprender, sufrirán seguramente una gran desilusión al enterarse de que «el padrino guitudo» dejó de asistir a tan trascendente ceremonia (en la que fueron ungidos con crisma) por hallarse en la puna entregando cachiporras a los policías para que atiendan las crismas de otros cristianos.