
Así como antes había desfigurado las ideas de libertad, justicia o igualdad, desafiando a los clásicos de la filosofía política, ahora se ha puesto por objetivo darle un «enfoque peronista» al concepto de alternancia.
En virtud de tal enfoque, solo se produce alternancia democrática cuando un peronista es sucedido en responsabilidades de gobierno por otro peronista. Cuando este último pertenece al mismo bando del anterior, la alternancia no solo es democrática sino que también es perfecta.
Claro que es difícil defender que hay alternancia cuando los peronistas se suceden a sí mismos. Pero en el caso del Gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, se puede hablar de una «alternancia impropia», ya que el primer mandato fue iniciado bajo la advocación de Néstor Kirchner, el segundo bajo la guía de Teresa de Calcuta y el tercero en nombre de José Antonio Primo de Rivera.
Cuando a un peronista lo sucede otro que nada que ver, ya no se puede hablar de alternancia sino de «aberración democrática».
Los peronistas de hoy se han criado viendo cómo sus gobiernos eran interrumpidos por asonadas militares. Para ellos el peronismo ha nacido para gobernar eternamente, de modo que solo un acto bárbaro puede ponerles fin.
Alternancia, en el sentido peronista, es la del Indio Godoy, que busca empecinadamente morirse como presidente de la Cámara de Diputados de Salta. Cuando el Altísimo lo llame a sus dominios y Godoy sea sucedido en el cargo por algunos de sus sonrientes hijos, los peronistas de Salta repetirán lo mismo que están diciendo estos días: «Qué bueno es esto de alternancia».
Alternancia, en el sentido peronista, es también la del juez Guillermo Posadas, que al mismo tiempo que da ruidosos pasos al costado sigue avanzando casilleros de modo silencioso, pasada ya la edad de la jubilación ordinaria. La falsa alternancia es un truco para no dejar nunca de estar donde algunos se creen que han nacido para estar.
En resumen, que para un peronista no hay nada mejor ni nada más democrático que la perpetua alternancia de sí mismo.