Urtubey se ofrece para integrar el gobierno de Scioli, pero solo por dos meses

El Gobernador de Salta -como James Bond- tiene siempre la valija armada, por si tiene que salir disparado hacia donde llama el deber.

En este caso, el deber se llama Daniel Scioli y tiene (o aspira a tener) domicilio fijo en el centro de la ciudad de Buenos Aires, a una hora y cuarenta minutos de avión de Salta.

Todo ello, suponiendo que a don Scioli no se le ocurra designarlo Canciller, en cuyo caso los trayectos aéreos serían bastante más largos.

El caso es que Juan Manuel Urtubey no piensa dejarse caer por Salta nada más que para cobrar el sueldo y regar las plantas. Sus energías y su tiempo estarán dedicados a otros cometidos para él más elevados y trascendentes. Un abandono que él intenta justificar diciendo que «así le irá mejor a Salta».

Mucha gente piensa lo mismo; es decir, que cuanto más lejos esté Urtubey del terruño, cuanto menos meta la cuchara en los asuntos públicos, a Salta le irá mucho mejor. Pero no porque sus grandes servicios a la patria vayan a derramar bendiciones sobre los salteños, sino por el simple hecho de tenerlo lejos.

Ante el peso de lo inevitable, Urtubey ha tenido que salir a reconocer públicamente que abandonará sus responsabilidades como Gobernador de Salta para seguir la estela de Scioli. «Veremos si podemos acompañarlo un par de meses», dijo Urtubey con ese plural mayestático tan dulce que suele utilizar siempre que se le da por hablar como un niño bien educado y no como una bruja blasfemante como Hebe de Bonafini.

Lo de «un par de meses» sonó -para qué negarlo- a «a ver si en dos meses le organizo algo a este inútil».

Pero quien dice dos meses dice también dos años o dos décadas bicentenarias. ¡Quién sabe lo que pueda deparar el futuro!

Urtubey no necesita dos meses sino veinte días para estrellarse, con Scioli o con cualquiera. Pero también puede acertar y si ése fuera el caso, a todos nos gustaría saber si el personaje será capaz de controlar su megalomanía y de regresar humildemente a Salta como ha prometido.

La única verdad es que Urtubey tiene ya las manos libres para abandonar cuando desee el gobierno de la Provincia de Salta, para el que fue electo, sin por ello pagar ningún precio político. A los salteños les ha hecho el cuento de que con él en las «altas esferas» a Salta le irá mejor, y hoy por hoy no hay opa que no se haya tragado el cuento.