Argentina vota hoy para poner fin al kirchnerismo o decretar su aterrizaje suave

Por primera vez en la historia, unas elecciones que legalmente no sirven para atribuir cargos electivos, sino simplemente para definir candidaturas, asumen una importancia crucial para la vida del país y para el futuro de sus habitantes.

Cuando esta noche se conozcan los resultados, aunque estos no sean definitivos ni concluyentes, los argentinos estarán en condiciones de saber si el periodo histórico iniciado en 2003, cuya clausura es ya casi un hecho, se cerrará de una manera drástica y abrupta o si, por el contrario, quien asuma el gobierno del país en diciembre próximo iniciará una operación de desmontaje controlado del monstruoso aparato que asfixió las libertades del país y, paradójicamente, lo llevó a las más altas cotas de prosperidad, al mismo tiempo.

Dicho en otros términos, los argentinos deberán decidir si la calidad de su vida se basa exclusivamente en la salud de sus bolsillos y en su capacidad de enriquecerse sin límites, o si, por el contrario, comienzan a importar más el bienestar democrático, la vigencia real y efectiva de las libertades, la solidaridad fraterna y el ejercicio de los derechos y la justicia.

La Argentina alcanza este punto crucial de su historia envuelta en paradojas. Con una economía declinante, pero resistente a las amenazas; con una democracia pobre, asentada sobre consensos mediocres, pero al fin y al cabo estables; con amplias capas de la población sumidas en la ignorancia a causa de un sistema educativo que en poco tiempo ha retrocedido cincuenta años, pero con una elite de pensamiento y creación muy dinámica, atenazada por la ideología y anclada en la vulgaridad.

El dilema a resolver en las urnas no se corresponde sin embargo con el perfil de los candidatos, que no representan alternativas reales. El rigor doctrinario ha sido reemplazado una vez más por el oportunismo electoral, por la mezcolanza de discursos, por la ambigüedad calculada, por el miedo a romper y a romperse, así como por los apetitos irresponsables que impulsan a seguir con la fiesta.

No por ello, sin embargo, la de hoy dejará de ser una jornada histórica, porque cualquiera que sea el candidato favorecido por el voto mayoritario, aunque su audiencia electoral sirva solo como indicio para la elección real y aunque los enconos disparen el voto pasional, el país decidirá silenciosa y pacíficamente el aterrizaje suave del modelo kirchnerista o la ruptura del encierro que en los últimos años ha convertido a la Argentina en un país irreconocido e irreconocible.

La democracia tiene la palabra.