Fortalecer a la Policía ¿fortalece a la democracia?

Zottos es partidario de fortalecer las instituciones. Videla, Pinochet y Hitler eran partidarios de lo mismo.

El mito de las «instituciones fuertes», del Estado omnipresente, forma parte del imaginario colectivo de las dictaduras y los totalitarismos, no de la democracia.

Ésta última, más que instituciones fuertes, requiere de unas instituciones eficientes, que respeten la Ley y los derechos de los ciudadanos. Aunque para hacer esto deban ser mínimas o «débiles».

La democracia respetuosa de la libertad no se empeña en crear y mantener instituciones monstruosas, cuyo poder pueda volverse en contra de la igualdad y de la justicia.

Una democracia que se ufana de fortalecerse a sí misma después de haber triplicado el número de policías, de armas y de recursos represivos, transita el peligroso camino de su desnaturalización.

Cuando más instituciones (o más fuertes) se traducen en menos libertad, se rompe la ecuación democrática. El gobierno deja de ser una herramienta al servicio de sus ciudadanos para convertirse en un ente que solo aspira a su propia fortaleza, a costa de restar espacios de libertad y de derechos a las personas.

Celebrar, como lo hace Zottos, el «rearme» policial como un fortalecimiento institucional y como un triunfo de la democracia es peligrosamente antidemocrático.