Urtubey suscribe el negacionismo medioambiental de Trump y culpa a Bolivia de la crecida del río

  • Científicos, funcionarios, organizaciones sociales y ambientalistas coinciden en que el monocultivo, el avance inmobiliario que modificó escurrimientos de agua naturales y la deforestación explican, en parte, el terrible impacto de las inundaciones sobre 11 provincias argentinas.
  • Contra la evidencia científica

El Gobernador de la Provincia de Salta ha negado enfáticamente hoy que los desmontes que su gobierno ha autorizado en territorio provincial sean la causa, ni siquiera mediata, de las graves inundaciones que padece el norte de Salta y que ha obligado a la evacuación de numerosas personas residentes en las márgenes del río Pilcomayo.


Aunque la gravedad de la situación mantiene en vilo al país, Urtubey se ha mostrado confiado y optimista en el buen hacer de su gobierno, que hasta aquí no ha demostrado más que una descoordinación importante.

Sin mencionar ningún estudio científico, el Gobernador ha dicho que «el primer aprovechamiento agrícola que hay cerca de Santa Victoria Este queda a 400 km al noroeste» del lugar más afectado por las inundaciones, dando a entender que para quien gobierna la Provincia de Salta las inundaciones serían provocadas por los desmontes, solo si se inundaran las zonas demontadas.

La rotunda negativa de Urtubey evoca las peores y más radicales posturas del presidente norteamericano Donald Trump, para quien el cambio climático no existe más que en la mente de algunos demócratas que pretenden hacer negocio con la alarma generalizada.

Para Trump, las lluvias en Nebraska o los calores excesivos en Seattle o Portland no son fenómenos que deban preocupar a los habitantes del planeta y, en cualquier caso, no se deben más que a factores locales. Ni el efecto invernadero ni la deforestación del Amazonas constituyen una amenaza seria, según el presidente norteamericano.

La sorprendente afirmación de Urtubey -temeraria por su ligereza y por su contundencia- recuerda mucho al tono convencido que el mismo mandatario empleó hace casi seis años, cuando a las pocas horas de que se encontraran los cadáveres de dos adolescentes en Salta, certificó, con valor de cosa juzgada, que se había tratado de un doble suicidio pactado. Hoy mismo, una jueza de Salta -que por cierto es la misma que declaró válido un concurso de magistrados que el Gobernador poco después anuló sin tener facultades para ello- ha admitido que la hipótesis de suicidio no se sostiene y que hay que volver a investigar las dos muertes.

En relación con las inundaciones y los desmontes, el gobernador Urtubey nada ha dicho acerca de las conclusiones de la exhaustiva investigación de los profesores Vicente Barros e Inés Camilloni, plasmada en el libro La Argentina y el Cambio Climático. De la Física a la Política.

Barros (doctor en meteorología, investigador superior del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires) y Camilloni (doctora en ciencias de la atmósfera, investigadora independiente del Consejo en el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera) han advertido ya que algo más de un millón de personas está expuesta a riesgos de inundación en 32 ciudades del país.

Según los científicos argentinos, los casos de mayor vulnerabilidad se dan en poblaciones ubicadas en la cuenca del Plata, que abarca los valles naturales de inundación de los ríos Pilcomayo, Paraguay, Paraná, Uruguay y sus afluentes, ocupados por sectores humildes o de clase media baja, al igual que las zonas anegadizas del litoral. También se trata de los pueblos rurales de la región pampeana y las comunidades del Noroeste (Santiago del Estero, Tucumán y Salta).

Según datos del Global Forest Watch, entre el 2001 y el 2014 la Argentina sufrió una brutal pérdida de bosques, equivalente al 8% del total deforestado en Sudamérica.

Los estudios más importantes en la materia han revelado -para todos, menos para el gobernador Urtubey- que el desmonte, el uso discrecional del suelo y el avasallamiento urbano e inmobiliario sobre los humedales amplían en Argentina las posibilidades de que las lluvias se conviertan en catástrofes.

Científicos, funcionarios, organizaciones sociales y ambientalistas coinciden en que el monocultivo, el avance inmobiliario que modificó escurrimientos de agua naturales y la deforestación explican, en parte, el terrible impacto de las inundaciones sobre 11 provincias argentinas.

Pese a estas previsiones, el gobernador Urtubey no solo ha negado cualquier relación entre las inundaciones y la deforestación, sino que ha cargado las culpas sobre Bolivia, afirmando que la creciente del río viene de allí, porque las desgracias que ocurren en Salta nunca tienen que ver con lo que el gobierno provincial hace o deja de hacer sino que la culpa siempre es de otro.

{articles tags="current" limit="3" ordering="random"}
  • {Antetitulo}
    {link}{title limit="58"}{/link}
    {created} - {cat_name} - {created_by_alias} {hits}
{/articles}