La escasa repercusión en Argentina del escándalo medioambiental de Volkswagen

Una de las características que distingue a la conciencia medioambiental de las personas y las sociedades es su dimensión global. En este ancho campo de las preocupaciones humanas es más válido que en otros aquel viejo proverbio chino que dice que «el aleteo de una mariposa puede provocar un tsunami al otro lado del mundo».

Si bien el escándalo de Volkswagen parece circunscrito a los Estados Unidos, país en donde la automotriz alemana ha manipulado fradulentamente nada menos que 11 millones de vehículos, la indignación que ha provocado esta revelación en Europa es mayúscula.

Sin embargo, por lo que estoy viendo en los principales medios de comunicación de la Argentina, el asunto no ha despertado allí una gran preocupación.

Es verdad que Volkswagen, a pesar de su implantación global, es una empresa alemana (por tanto, europea) y que sus problemas repercuten aquí más que en cualquier otra parte del mundo. Pero llama mucho la atención que un «desliz» de semejante envergadura (trucar el software de los modelos diesel para confundir a los reguladores que miden las emisiones de CO2 y hacer que reflejen unas cantidades de gases sensiblemente inferior) no provoque una indignación semejante en la Argentina y en toda América Latina.

Y no se trata solamente de exigir que los modelos que Volkswagen comercializa en la Argentina cumplan con la legislación medioambiental, sino de que los consumidores responsables de este país, aun cuando no haya nada que reprochar legalmente a Volkswagen, adopten medidas para que la multinacional alemana experimente allí la misma condena social que en otros continentes.

A veces no basta con leer los diarios para enterarse de lo que pasa en Europa. En muchas ocasiones es necesario atender a los telediarios, escuchar las radios y pulsar la opinión de la calle. Cualquiera que viva en este continente puede advertir hoy, sin abrir ninguna web, que lo que hizo Volkswagen es muy grave y que la repulsa de que está siendo objeto en la mayor parte del mundo, así como el castigo en las bolsas, están más que justificados.

Y si la conciencia medioambiental se ha desarrollado en los últimos años tanto como dicen, en la Argentina deberían hacer lo mismo.