Corimayo y la ética de la temeridad pública

Quien haya conocido o padecido alguna vez el talante autoritario y absolutista del intendente de Cerrillos, Rubén Corimayo, no se sorprenderá nunca de las recientes declaraciones efectuadas a un medio de comunicación salteño en las que afirma que "a pesar de las denuncias en su contra, está muy tranquilo". El intendente de Cerrillos ha dicho que "duerme con la conciencia tranquila porque todo lo que hizo lo hizo por amor a su gente". Rubén Corimayo, intendente de CerrillosNo hace falta ser un experto para darse cuenta que sólo quienes están acostumbrados a quebrantar la ley y no padecer sus consecuencias, como es el caso de Corimayo, pueden sentirse "tranquilos" frente a la proximidad de un juicio penal que lo tiene por acusado de un delito ciertamente grave.

Las personas inocentes que afrontan una situación procesal tan extrema normalmente experimentan, a pesar de su inocencia, una aguda sensación de intranquilidad, porque si han llegado a ese punto es porque existen evidencias más que contundentes sobre la participación en un hecho ilícito.

Al contrario, el señor Corimayo dice que "duerme con la conciencia tranquila", lo cual debe interpretarse como que no sólo "duerme" en tal estado de placidez mental, sino que su conciencia moral tampoco le molesta cuando está despierto. ¿O será que sí le molesta?

Lo que quiere decir el intendente es que da igual que esté dormido o despierto. Su inteligencia y su capacidad para dirigir la Municipalidad de Cerrillos son tan lúcidas tanto cuando está dormido como cuando está despierto (y parece que estuviera dormido).

"Por amor a la gente" también se cometen crímenes horrendos, como homicidios pasionales, violaciones y otras a aberraciones. No vaya a ser el caso de que por ese amor que el intendente profesa de un modo tan intenso a los cerrillanos haya cometido, no sólo el fraude de que se le acusa, sino una variada gama de delitos muy graves. "El amor" no es una eximente penal, precisamente.

De resultar acreditado el delito de que se le acusa y en caso de que los jueces decidan condenarlo, a buen seguro el intendente seguirá proclamando que obró "por vocación de servicio y por amor a la gente y a la tierra que habita en su querido pueblo". Quedaría por vez qué más es capaz de hacer en procura de saciar esa vocación tan abrasadora.