La engañosa democracia interna del Partido Justicialista de Salta

El gobernador Urtubey y su transitorio aliado, el intendente Isa, han salido por todos los medios a pregonar la excelsitud y belleza del proceso de internas abiertas del Partido Justicialista de Salta, cerrado el pasado domingo. Gobernador optimistaCuriosa reacción, si se tiene en cuenta que, hasta hace muy poco tiempo, "la total falta de democracia interna" en el PJ, impulsó a Urtubey a romper el partido para erigirse candidato a gobernador por un frente contranatura, que debió de enfrentar, en octubre de 2007, a aquel aparato "poco transparente y autocrático", que hoy, sin embargo, aparece como "maravillosamente democrático", siendo que el partido es el mismo y sus autoridades son las mismas.

¿Qué ha cambiado? Lógicamente, "cada quien habla de la feria según le va en ella", razón por la cual si Urtubey gana el pulso interno, lo hará "en el marco" de unas elecciones impecablemente democráticas, y si lo pierde -como lo perdió en 2007, cuando Romero le cruzó los caballos e impidió que fuese candidato por el PJ- la democracia interna del PJ "está viciada de autoritarismo".

Para sopresa de muchos salteños, especialmente de aquellos que algo entienden de medicina, Urtubey se ha levantado de su lecho de enfermo (de gripe A) como un resorte, después de haber sufrido picos de 40 grados de fiebre. Hay quien ve en su milagrosa recuperación una estrategia de ocultamiento que le permitiera salir luego, con elegancia, cualquiera hubiera sido el resultado de las internas. Otra vez, se trata de no perder.

Pero lo que tanto inflama los pechos de Urtubey e Isa, es que las internas peronistas (abiertas, es decir, donde vota quien quiere hacerlo, cualquiera sea su relación con el Partido) han convocado a unos 100.000 electores. Y ello, a pesar del frío, del probable hastío electoral, de la gripe, de la crisis económica, de la escasez de barbijos y del alto precio de la bolsa de coca.

Pero esta cifra de participación "democrática" es sumamente engañosa. Lo es, si se tiene en cuenta que la justicia electoral de Salta oficializó para estos comicios unas 180 listas (una auténtica barbaridad que no habla en favor de la democracia interna, tanto como de la incapacidad de la dirigencia de formular propuestas coherentes y únicas, o de un caos total interno), lo que supone que a estas elecciones concurrieron unos 4.000 candidatos, si no más.

¿Cuánto le cuesta a cada salteño, en dinero contante y sonante, que estos 4.000 señores peronistas no consigan ponerse de acuerdo y deban convocar elecciones que son pagadas con fondos públicos? ¿Cuánto dinero puso -si es que lo puso- el Partido Justicialista para pagar la factura de estas elecciones?

El gobernador y el intendente se congratulan por las cifras de "participación electoral activa", pero no tienen en cuenta la absurda y desproporcionada cifra de "participación electoral pasiva", es decir, el salvaje número de candidatos oficializados.

Cualquier persona adulta en Salta, que bien se precie, es capaz de reunir en su casa, entre parientes y amigos, a unas 25 personas. En un comedor, en un quincho, en un garaje, en un patio. Para un cumpleaños, un bautismo o un asado de fin de semana.

Si cada candidato de los que se postularon en las internas justicialistas del domingo consiguiera que esos 25 "incondicionales" acudieran a votar por él en las elecciones, el resultado serían los 100.000 electores que "reventaron" las urnas el pasado domingo.

Urtubey debería distinguir mejor entre "democracia interna" y "elecciones familiares", porque de otro modo equivocará el diagnóstico -como parece sucedió con su gripe- y tomará, como siempre, las decisiones equivocadas.