
"Soy de las personas más preparadas para estar en el ámbito legislativo; incluso tengo más capacidad que los actuales", dijo Godoy en un pico de recato republicano. Aún no se sabe nada qué han dicho "los actuales" sobre tamaña descalificación.
No debe ser fácil la vida de una persona tan autoconvencida de sus propias capacidades. Es más; o el señor Godoy ha vivido una experiencia cuasimística como la aparición de Rousseau o algo por el estilo, o es que tiene instalado en amplio despacho un espejo, como el de la madrastra de Blancanieves, que todas las mañanas lo convence de su propia belleza y de su sobrenatural capacidad para el servicio legislativo al Estado.
Godoy ha dicho también que "tiene perspectivas claras de postularse como candidato a diputado nacional", lo cual, dadas su polivalencia partidaria y su habilidad para ejercitar las "lealtades sucesivas", no tiene por qué negársele.
Incluso sería muy bueno que Godoy resultara efectivamente electo diputado nacional, no tanto para satisfacer su vanidad, sino para que el ejercicio de una responsabilidad diferente, en un contexto sumamente competitivo y plagado de acechanzas varias, ayude a convencer a nuestro incombustible legislador de que hay algunas actividades en la vida para las que no sólo se requiere una autoconfianza personal a toda prueba. A veces es necesario aprender, con humildad y ser bueno y competente de verdad.