
De aprobarse el proyecto citado, estaríamos ante una suerte de autolimitación de facultades originarias del Poder Legislativo.
La noticia da pié para recordar que según nuestra Constitución cualquiera del pueblo (hubiera sido mejor hablar de cualquier ciudadano) puede acusar a los jueces inferiores por la comisión de delitos, mala conducta, retardo de justicia, mal desempeño o incumplimiento de los deberes.
Un jurado de enjuiciamiento independiente y una opinión pública imbuida de los principios republicanos son la mejor garantía de la independencia de los jueces y, en el caso concreto de Salta, la antesala para la extinción de vínculos indebidos entre la judicatura, la política y los intereses.