
En cualquier caso los salteños necesitamos saber qué piensa nuestro Gobernador sobre este aspecto financiero de las relaciones federales.
Sobre todo cuando varios ministros provinciales han comenzado a esgrimir el argumento de la crisis fiscal para rechazar demandas de mejoras salariales de maestros, policías, empleados municipales y judiciales, y de mejoras de las jubilaciones de los beneficiarios de la ex Caja de Jubilaciones de la Provincia.
Existen en Salta (y ello es cada día más evidente) idénticas razones a las esgrimidas por los citados gobernadores provinciales que, como sucedía en otros tiempos, vuelven a desfilar por la Casa Rosada reclamando fondos federales imprescindibles para atender reclamos sociales y para equilibrar cuentas en progresivo desorden.
La Provincia de Salta está resultando damnificada por las políticas nacionales en muchos aspectos:
La crisis de las retenciones y la no coparticipación de esta parte de la recaudación nacional; el control de los precios de los hidrocarburos y su impacto sobre las regalías y sobre los consumidores locales de energía; la pérdida del poder de compra de las jubilaciones provinciales; la escalada de precios que sucede ante la ineficacia de la Administración Nacional; los desincentivos a las inversiones; el congelamiento de las ayudas públicas a la pobreza; los subsidios que favorecen a consumidores del puerto y de la pampa pero que no llegan o perjudican a productores y consumidores salteños, son asuntos que el Gobernador Urtubey debe plantear con rigor y energía a las autoridades del Estado nacional.
Parafraseando a un filósofo griego que se refería a sus vínculos con Sócrates, don Juan Manuel Urtubey debería decir: Soy amigo de la Presidenta pero más amigo de los salteños. Y actuar en consecuencia.
De lo contrario, Salta volverá a perder en esta incipiente y sorda puja distributiva interestatal, y los conflictos laborales y sociales recrudecerán, como está sucediendo en otras jurisdicciones.