El gobernador Romero ya no disimula su rechazo a Cristina Kirchner

Aunque Cristina Kirchner aparezca como candidata a presidente de la República en las boletas del Partido Justicialista de Salta, junto al nombre del gobernador de la Provincia Juan Carlos Romero, quien aspira regresar a la banca que dejó en 1995 en el senado nacional, es más fácil unir aceite y agua que encontrar simpatía y afinidad política entre ambos. A Romero le resulta cada día más difícil disimular su rechazo hacia Cristina Kirchner.

Romero-Kirchner: una cohabitación difícilFaltando sólo 16 días para el cierre de la campaña electoral más larga y costosa de la historia política local, el nombre de Cristina Kirchner no aparece en las declaraciones ni en los discursos de Romero. En un hecho sin precedentes en este tipo de campañas, la propaganda del oficialismo local omitió sistemáticamente hasta ayer la imagen de la esposa del presidente de la República, cuyo nombre aparece en tipografía menor siempre debajo del nombre de Romero.

El oficialismo de Salta da muestras de que la inclusión de Cristina Kirchner como candidata presidencial, además de vergonzante, es forzada y dictada por un cálculo de conveniencia antes que por coincidencias políticas. El rechazo es más abierto en el caso del candidato a vicepresidente al radical Julio Cobos, a quien el oficialismo de Salta considera un extraño al que, de todos modos, se ven obligados a votar.

Un voto con dudas


Cuando el periodista Víctor Hugo Morales le preguntó a Romero qué opinión tenía de la esposa de Kirchner dijo: “Es la candidata presidencial del Partido Justicialista. Yo siempre dije que en Salta apoyaríamos al candidato que decidiera el Partido Justicialista. El PJ hizo el acuerdo que yo puse como condición para ese apoyo y por eso apoyamos su candidatura”, dijo Romero eludiendo la pregunta.

Romero dijo que en el año 2003 votó por Carlos Menem “porque no podía votar dejar de votar por mí”, ya que acompañó a Menem en la fórmula derrotada en esos comicios. En Salta se insiste que, en la soledad del cuarto oscuro, Romero y sus más allegados pondrán en la urna una boleta con cortes: la tijera habrá eliminado a Cristina Kichner.

Romero dijo que no hay que hacer una política apoyada en figuras ni en personalismos. Esa definición suya es desmentida no sólo por su estilo personalista sino por la actual propaganda de su campaña electoral, en la que destaca su foto y presencia eclipsando a los otros candidatos de su propio partido, incluido Walter Wayar, el vicegobernador y candidato a sucederle en el cargo.

Interventor moroso


El gobernador no aclaró entonces, y tampoco antes, cuándo se había celebrado ese acuerdo, quienes fueron los firmantes del mismo y, menos aún, cuáles son los fundamentos del mismo. Como se sabe, el Partido Justicialista está intervenido por orden de la jueza María Romilda Servini de Cubría quien, el 6 de septiembre de 2005, designó como interventor judicial a Ramón Ruiz.

A Ruiz los sectores peronistas opuestos a Kirchner atribuyen la condición de “empleado de la SIDE”, el organismo de inteligencia del gobierno nacional, en donde actuó con el nombre de “agente Ruffini”, además de haber sido funcionario de Carlos Menem.

En dos años Ruiz no sólo no avanzó en la normalización del Partido Justicialista sino que, según el diario “La Nación”, “aumentó los gastos, arregló inmuebles, emprendió tareas de capacitación, inició y enfrentó juicios millonarios, intervino distritos y atendió cuestiones laborales de los empleados. Hasta publicó solicitadas en memoria del financista Jorge Antonio, en cuya amistad coincidía con la doctora Servini”. El ex senador Julio San Millán, funcionario de Romero, proclama su amistad personal con Ruiz.

Ni oficialista ni opositor


Cuando el periodista Mariano Grondona le consultó sobre su relación con los Kirchner repitió automáticamente: “No soy oficialista ni opositor”. Sin que Romero lo contradijera, Grondona interpretó que entre los dirigentes opositores a los Kirchner había, al menos, dos criterios y dos velocidades.

Están aquellos que creen que hay que darles batalla ahora mismo, en las elecciones del domingo 28 de octubre y hay otros que piensan que hay que esperar un mayor – e inevitable- desgaste del gobierno para lanzarse al ruedo en las elecciones de renovación parlamentaria del año 2009 o en las elecciones generales del año 2011. Jorge Sobich y Ramón Puerta están en el primer grupo de los erizos impacientes.

En el segundo grupo están Macri y el propio Romero. Pertenecen a la especie de los zorros que creen que hay que esperar el momento oportuno “para dar la batalla”. Este es el término bélico que usó Romero para referirse a su diferido enfrentamiento con los Kirchner. Romero dijo ante Grondona que volverá a la banca en el Senado para trabajar “en la reorganización del Partido Justicialista.

En todos los países exitosos, hay partidos políticos que funcionan. En la Argentina se destruyó a los partidos. En el año 2003 el PJ llevó tres candidatos a presidente de la Nación. Ahora hay dos: Cristina Kirchner y Rodríguez Saa. "El PJ nacional tiene que hacer lo que hicimos en Salta: elecciones internas”. No mencionó que todas las candidaturas importantes no surgieron de elecciones internas porque fueron listas únicas elaboradas de modo unipersonal por él mismo.

Jactarse de lo que se carece


Según Romero la dispersión política es grande. Criticó la falta de ideas, de diálogo político, de voluntad de concertar políticas de Estado, la falta de independencia y equilibrio de poderes y el recorte de la libertad de expresión que predominan en el gobierno de Kirchner, pero no mencionó que la Provincia de Salta tiene esas mismas carencias institucionales. Romero criticó el modo en que Kirchner desplazó a los ministros de la Suprema Corte de Justicia y el manejo del Consejo de la Magistratura.

“En Salta, yo dialogo con todos”. Romero dijo que él puede exponer sus discrepancias con el gobierno de Kirchner “porque gobierno una Provincia que tiene autonomía económica. Los gobernadores que no la tienen, se ven obligados a callar. Esa falta de autonomía hace que muchos gobernadores se sumen al gobierno de turno”. Según el gobernador de Salta no es suficiente con mostrar buenos indicadores económicos ni exhibir mucha obra pública. Todo eso es insuficiente si no está acompañado de calidad institucional, dijo en un consejo que podría servirle a él mismo.

Si el viernes pasado, por primera vez en los últimos doce años, el gobernador Romero naufragó en un cruce de preguntas de Víctor Hugo Morales ante la investigadora y especialista en temas ambientales Marta de Viana, el domingo en la entrevista con Grondona quedó en evidencia la precariedad de sus argumentos para justificar el apoyo formal del PJ de Salta a Cristina Kirchner y su rechazo a la casi totalidad de las políticas del presidente Kirchner.

Naufragio en el debate


La investigadora Marta de Viana refutó uno a uno los criterios de Romero quien pretendió justificar la depredación de los bosques nativos en la necesidad de crear fuentes de trabajo para combatir la desocupación y la pobreza. El gobernador repitió el lema “producir conservando y conservar produciendo”. Romero tuvo que reconocer ante De Viana que la soja es una actividad que no demanda mano de obra. “No sólo se planta soja. También se están plantando limones”, argumentó Romero.

"No se está desmontando sino sustituyendo un bosque degradado y en peligro de extinción por nuevos cultivos”, dijo el gobernador quien siempre rehuye el debate. De Viana explicó que la fragilidad de los suelos del Norte de Salta contrasta con la composición de los de la región pampeana. Estas diferencias y los riesgos que a largo plazo traerán aparejada en Salta la masiva deforestación es reconocida por expertos no vinculados a asociaciones ecologistas e, incluso, por el mayor productor de soja de la Argentina.

“No puedo prohibirles a los productores que planten soja o lo que quieran”, dijo. Justificó la subasta de los Lotes Fiscales protegidos porque, según Romero, eran tierras degradadas y porque estaban ocupadas ilegalmente. Dijo que no se explicaba por qué la Universidad Nacional de Salta había promovido un juicio a la Provincia por este hecho y señaló que eso marcó una ruptura en el diálogo de su gobierno con esa Universidad.

Un árbol, una hectárea


Los ambientalistas, a quien Romero identifica con grupos transnacionales opuestos al progreso de Salta dedicados a obtener fondos en todo el mundo en sus campañas por Internet, dicen que el gobierno no vendió esos lotes a los amigos sino que “realizó una donación encubierta porque se pagó $500 la hectárea. Esto es, menos que una tonelada de soja y menos que uno solo de los mejores árboles que había allí”.

Los ambientalistas dicen que Romero no sólo no evita el avance del monocultivo sino que lo promueve activamente en beneficio de un grupo, aunque insista siempre que “gobierna para un millón doscientos mil salteños”. Las autorizaciones de desmontes en serie son una prueba de que el gobierno de Salta tiene una política activa en esta materia.

Cuando De Viana mostró el impacto social de esta política que agrava las condiciones de pobreza de los pobladores originarios, los desarraiga y condena a un drástico cambio de hábitat y de modos de vida, Romero dijo: “Pobres hubo y habrá siempre”. En otra entrevista en una radio local, el gobernador aseguró que “los pobres” lo quieren y que seguirán votando por él. El clímax de la fiebre oficialista, el secretario personal de Romero acaba de comparar al gobernador con el general Martín Güemes, avanzando en un prematuro proceso de glorificación.

Figura e ideas grises


La aparición de Romero en el programa de Grondona quedó opacada, además, por la presencia en el bloque anterior al suyo de Alberto Rodríguez Saa, candidato a presidente de la República por el (Frente por la Justicia y la Libertad (FREJULI). La rigidez corporal y de ideas de Romero, sumados a su falta de carisma y de sentido del humor contrastó con la actitud relajada, la agilidad y la capacidad para comunicar ideas de Rodríguez Saa, quien cerró su intervención denunciando la existencia de “listas negras” de opositores, periodistas e intelectuales proscriptos por Kirchner.

Grondona desaprovechó la oportunidad para preguntar a Romero sobre la existencia de “listas negras” en Salta, elaboradas y actualizadas en las usinas del gobierno local, cuyos funcionarios se encargan de decir a los medios de prensa y también a instituciones privadas que ciertos nombres no son del agrado del gobernador y que, por tal motivo deben ser excluidos de cualquier actividad, sea en la esfera pública e, incluso, en la privada.

También Grondona dejó pasar la oportunidad para pedir que Romero explique esa doble moral política que consiste en criticar a Néstor Kirchner porque designa como sucesora a su cónyuge en justificar como un ejemplo de clamor democrático el que Romero haya colocado a su esposa como candidata a sucederlo en la banca en el Senado. El problema no es que Romero se vista de demócrata y liberal, sino que un refinado analista como Grondona crea que, efectivamente, aquel lo es.

Salta isla democrática


En una súbita pérdida de memoria, Grondona, un hiper crítico de los abusos de poder y de las reelecciones indefinidas pero complacientes con algunos políticos opuestos a Kirchner elogió que en Salta “el gobernador Romero no haya intentado su reelección".

"En Salta ahora viene gente nueva”, dijo descartando una victoria oficialista y aludiendo al vicegobernador Wayar, que ejerce ese cargo hace doce años y que hace poco más de veinte años desempeña funciones políticas en el gobierno.

El sutil doctor Grondona ha descubierto en Salta una isla democrática, rodeada de un foso de carnívoros caudillos provinciales enriquecidos, con pretensiones de poder absoluto y vitalicio. “Tenía uno de ellos al lado y no lo vio”, comentó un dirigente radical.

Grondona dijo que tanto, entre los funcionarios de Kirchner y entre varios gobernadores de Provincia, se dice que el matrimonio Kirchner, en el círculo del poder, no oculta su “intención de quedarse veinte años en el poder en la Argentina”.

Frente a Grondona y su audiencia, Romero desplegó las banderas de las ideas políticas, del debate de las mismas, del consenso, la participación y la calidad institucional. “Dime de lo que te jactas y te diré de lo que careces”, es un sabio dicho español que explica muchas cosas.