
El año pasado marcó tres puntos fundamentales como ejes de su intervención de Navidad: los 30 años que cumplía la Constitución, la lucha contra el terrorismo y la crisis financiera y económica internacional. Este año, insistiendo en algunos de ellos, su alocución giró en torno a la Constitución esta vez como garantía de unidad aún en las diferencias la necesidad de sumar voluntades en los grandes temas de Estado y el tesón y el esfuerzo de todos para recuperar la economía y crear de nuevo empleo.
Pocos días antes el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), había preguntado a los españoles en una encuesta sobre los principales problemas de España. Como no son tontos, (al menos no tan tontos) señalaron como uno de ellos ¡atención! a la clase política del país.
A resultas de ese problema es que pienso aunque no pueda hacer otra cosa que don Juan Carlos pecó de suave. Ciertamente dio un tirón de orejas tanto a gobierno como a oposición, pero se quedó corto, yo deseaba que fuera mayor. Habló de honradez, pero yo esperaba oír una condena, usando el término corrupción. Insistió varias veces en que no nos podíamos permitir, ni perder el tiempo ni la ocasión, de recuperar una senda de la que nos hemos desviado y que es la causa de muchos de los males que nos está tocando sufrir, más allá de la crisis económica o del paro. El Rey expresó con palabras institucionales sus deseos, que son también los de muchos, pero me temo que con una clase política enfrascada y enfrentada en el corto plazo, el desear no va a ser suficiente para encontrar solución.
- Sentido de Estado tanto a la hora de gobernar como de ejercer la oposición
- Decisiones estratégicas de gran calado para el futuro del país
- Un gran pacto de Estado en educación
- Más innovación y aumentar la competitividad y productividad
- Entendimiento y solidaridad entre las Autonomías para dar fortaleza al país
- No permitir que las diferencias resten energías para afrontar la difícil situación
- Instituciones independientes para que los ciudadanos sigan confiando en ellas
- Consenso máximo en política exterior
- Trabajar políticamente en pos del bien común
- Honradez como norma inexcusable de conducta
Todo esto y mucho más fue lo que deseó el Rey; todo eso y mucho más deseamos una gran mayoría de españoles; todo eso y mucho más, - contrariando nuestros deseos - , nos niega una muy numerosa clase política nacional, autonómica y local.
Quizás fue por eso que mientras escuchaba por televisión al Rey, deseé un imposible: que Don Juan Carlos no se lo recordara, sino que se lo exigiera y que lo hiciera no sólo por Navidad.
El Rey: Superemos tensiones y divisiones