'Mejor hoy que mañana', dijo el Rey

“Buenas noches. Mis primeras palabras en esta Nochebuena me salen del corazón para expresar mi afecto y mi mayor felicitación a todos los españoles. Quiero compartir con vosotros ideas y sentimientos sobre España, sobre nuestro presente y nuestro futuro”. Así comenzaba, un poco antes de que la cena de Nochebuena se celebrara en los hogares españoles, el discurso que una vez al año dirige el Rey al país. Como Jefe de Estado nos representa institucionalmente aunque no puede intervenir directamente en las decisiones ni en la gestión política. Prudente pero conciso,  suele repasar los temas que merecen una atención especial; nunca es demasiado directo pero leyendo entre líneas, se suele intuir su opinión.
Mensaje de Nochebuena del Rey de EspañaDe su discurso, - apegado a la realidad y con los temas que preocupan a los ciudadanos, han dicho el PSOE y el PP – me quedo con cada una de las veces que Don Juan Carlos utilizo expresiones como “urgencia”, “no perder el tiempo”o  “mejor hoy que mañana”. De ese mismo discurso lleno de deseos - en el fondo es lo puede hacer el Rey, desear - eché en falta un imposible: el que Don Juan Carlos utilizase un tono más contundente y una aún mayor claridad. Mientras le escuchaba deseé que el “hoy mejor que mañana” hubiera permitido que el Rey “se la jugara más”.

El año pasado marcó tres puntos fundamentales como ejes de su intervención de Navidad: los 30 años que cumplía la Constitución, la lucha contra el terrorismo y la crisis financiera y económica internacional. Este año, insistiendo en algunos de ellos, su alocución giró en torno a la Constitución – esta vez como garantía de unidad aún en las diferencias – la necesidad de sumar voluntades en los grandes temas de Estado y el tesón y el esfuerzo de todos para recuperar la economía y crear de nuevo empleo.

Pocos días antes el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), había preguntado a los españoles en una encuesta sobre los principales problemas de España. Como no son tontos, (al menos no “tan” tontos) señalaron como uno de ellos – ¡atención! – a la clase política del país.  

A resultas de “ese problema” es que pienso – aunque no pueda hacer otra cosa – que don Juan Carlos pecó de suave. Ciertamente dio un “tirón de orejas” tanto a gobierno como a oposición, pero se quedó corto, yo deseaba que fuera mayor. Habló de honradez, pero yo esperaba oír una condena, usando el término “corrupción”. Insistió varias veces en que no nos podíamos permitir, ni perder el tiempo ni la ocasión, de recuperar una senda de la que nos hemos desviado y que es la causa de muchos de los males que nos está tocando sufrir, más allá de la crisis económica o del paro. El Rey expresó con palabras institucionales sus deseos, que son también los de muchos, pero me temo que con una clase política enfrascada y enfrentada en el corto plazo, el “desear” no va a ser suficiente para encontrar solución.

- Sentido de Estado tanto a la hora de gobernar como de ejercer la oposición
- Decisiones estratégicas de gran calado para el futuro del país
- Un gran pacto de Estado en educación
- Más innovación y aumentar la competitividad y productividad
- Entendimiento y solidaridad entre las Autonomías para dar fortaleza al país
- No permitir que las diferencias resten energías para afrontar la difícil situación
- Instituciones independientes para que los ciudadanos sigan confiando en ellas
- Consenso máximo en política exterior
- Trabajar políticamente en pos del bien común
- Honradez como norma inexcusable de conducta

Todo esto y mucho más fue lo que deseó el Rey; todo eso y mucho más deseamos una gran mayoría de españoles; todo eso y mucho más, - contrariando nuestros deseos - , nos niega una muy numerosa “clase política” nacional, autonómica y local. 

Quizás fue por eso que mientras escuchaba por televisión al Rey, deseé un  imposible: que Don Juan Carlos no se lo recordara, sino que se lo exigiera y que lo hiciera no sólo por Navidad.

El Rey: ’Superemos tensiones y divisiones’