Miedo Monopolizador

No podemos negar que tras el “corralito” Néstor Kirchner impulsó al país. Lo hizo, económicamente, abjurando del neoliberalismo (nunca logro saber a qué llaman eso exactamente en economía, pero en fin); abjurando sin medias tintas, sin matices, sin siquiera distinguir lo que pudo haber sido positivo y rescatable y lo que no. El Estado, (¿qué será el Estado, será?) resurgió de su mano cual árbitro ecuánime, justiciero y salvador, que remediaría cualquier tipo de exceso que osara destruir al país. El matrimonio presidencial¿Se han cambiado unos monopolios por otros?: en muchos aspectos sí. El Estado es ahora el que controla demasiado dinero con pocos contrapesos y menos control; es el que reparte, sin explicación, subsidios aquí si, allí no; es el que fija límites y establece órdenes que - a su único pero siempre certero criterio – determina lo que es bueno o malo, lo que se debe apoyar y lo que hay que destruir.

El Estado (argentino), esa figura etérea, ese ente sin nombre concreto o definición, alarga más y más sus brazos  y se materializa en nuevas corporaciones, en hombres y mujeres con nombre y apellidos concretos y un “color” común. El Estado (argentino), ese ecuánime benefactor, ha producido una nueva generación de ricos y poderosos: ricos hiper-capitalistas, ricos de “piquete de la abundancia”, ricos subidos a un nuevo poder sin control. ¿Sus nombres?: seguro que todos ustedes los saben mejor que yo

Casi a punto de abandonar ya la ilusión – a golpe de súper-poderes, DNUs y vetos presidenciales- de ser capaces de construir un Estado, en la medida de lo posible, eficiente, equitativo y ajeno a los vaivenes del partido que gobierne o de los amigos del poder de turno en cuestión, los ciudadanos argentinos se debaten entre los monopolios pasados y los nuevos monopolios de la era Kirchner; en el fondo son lentejas, unas con chorizo, otras no, pero lentejas al final.

La conferencia de prensa ofrecida ayer por Néstor Kirchner, debería ser incluida como manual de obligado estudio, en los manuales de las “guerrillas” por el control del poder.

En mi opinión, y en una clara muestra de ese “reduccionismo rabioso” al que tanto recurre el ex presidente, sin reparar en el daño que causa a su imagen y nivel de aceptación popular, el señor Kirchner se movió en defensa del nuevo Proyecto de Ley se Servicios Audiovisuales, con una única y pobre arma: el ataque furibundo al grupo Clarín. Duelo de poderosos, duelo de los grandes medios vs los gobiernos, duelo de gemelos que acaba siendo muy difícil de distinguir.

A los periodistas los mandan unos “tipejos” - los dueños de los medios -, a luchar en la guerra de la opinión: a poner el cuerpo, a combatir. A los funcionarios dicen que el ex presidente los manda a otra guerra: la suya propia: y los manda la mayoría de las veces, iluminados en esta tarea justiciera por nuevos “mesías”: el Kirchnerismo, el PJ, Evita o Perón; eso depende de la ocasión.

Dijo ayer Néstor Kirchner: “yo como cualquier ciudadano me someto a la investigación de la Justicia y no me someto al poder monopólico de Clarín”. Y a mí de repente se me vinieron al pensamiento los muchos ciudadanos que estarán enfrentando problemas con la Justicia; esos que darían lo que tuvieran para contar en la fiscalía con su propia sobrina o con tener el poder y los recursos de nombrar, destituir o cambiar de destino a un juez.

Después un periodista (perdón un “guerrillero”), preguntó al ex presidente si – como hacía Alfonsín – pensaba donar su pensión de 24.000 pesos. El señor Kirchner,  en defensa de la (su) propiedad privada y la (su) libertad de actuación, respondió así:
"Eso es problema mío”.

Repentinamente, casi sin querer, me vinieron a la cabeza los dividendos del grupo Edesur, los fondos privados, que por propia decisión, miles de ciudadanos argentinos, habían depositado en las AFJP para su jubilación; me acordé de todas esas empresas que mueven su dinero, allá donde les parece mejor, para invertirlo y hacerlo crecer. Parece que el signo de los nuevos tiempos, - los tiempos de Néstor y Cristina, quiero decir - , es que el dinero público goza de inusitada libertad e ínfimo control y el dinero privado distingue entre unos ricos y otros que también lo son.

Y para finalizar el ex presidente, acudió de nuevo con sus palabras a la dictadura, a ese pasado difícil y turbulento del que todos – en mayor o menor medida – acarrean sus propias mochilas de supervivencia y dolor. Aquel pasado que al señor Kirchner, entre otras cosas le permitió, sus primeros contactos desde un estudio jurídico con los que pudo comenzar a acumular propiedades inmobiliarias y rentas del capital.

“No le tengo miedo absolutamente a nadie”
, aviso ayer Néstor.

Pues yo sí. Yo le tengo miedo de los monopolios en general, al poder de las grandes corporaciones, a los regímenes políticos poco balanceados, a los políticos que guerrean en vez de dialogar o los funcionarios que manejan un poder sin controlar. Tengo miedo a todos aquellos - llámense como se quieran llamar - que cual escurridizas “lagartijas” siempre escapan indemnes y enriquecidas del cumplimiento de la ley o de la ética y la moral, con la que nos machacan a los demás.

Todo eso… me da un miedo monopolizador.