
El Estado (argentino), esa figura etérea, ese ente sin nombre concreto o definición, alarga más y más sus brazos y se materializa en nuevas corporaciones, en hombres y mujeres con nombre y apellidos concretos y un color común. El Estado (argentino), ese ecuánime benefactor, ha producido una nueva generación de ricos y poderosos: ricos hiper-capitalistas, ricos de piquete de la abundancia, ricos subidos a un nuevo poder sin control. ¿Sus nombres?: seguro que todos ustedes los saben mejor que yo
Casi a punto de abandonar ya la ilusión a golpe de súper-poderes, DNUs y vetos presidenciales- de ser capaces de construir un Estado, en la medida de lo posible, eficiente, equitativo y ajeno a los vaivenes del partido que gobierne o de los amigos del poder de turno en cuestión, los ciudadanos argentinos se debaten entre los monopolios pasados y los nuevos monopolios de la era Kirchner; en el fondo son lentejas, unas con chorizo, otras no, pero lentejas al final.
La conferencia de prensa ofrecida ayer por Néstor Kirchner, debería ser incluida como manual de obligado estudio, en los manuales de las guerrillas por el control del poder.
En mi opinión, y en una clara muestra de ese reduccionismo rabioso al que tanto recurre el ex presidente, sin reparar en el daño que causa a su imagen y nivel de aceptación popular, el señor Kirchner se movió en defensa del nuevo Proyecto de Ley se Servicios Audiovisuales, con una única y pobre arma: el ataque furibundo al grupo Clarín. Duelo de poderosos, duelo de los grandes medios vs los gobiernos, duelo de gemelos que acaba siendo muy difícil de distinguir.
A los periodistas los mandan unos tipejos - los dueños de los medios -, a luchar en la guerra de la opinión: a poner el cuerpo, a combatir. A los funcionarios dicen que el ex presidente los manda a otra guerra: la suya propia: y los manda la mayoría de las veces, iluminados en esta tarea justiciera por nuevos mesías: el Kirchnerismo, el PJ, Evita o Perón; eso depende de la ocasión.
Dijo ayer Néstor Kirchner: yo como cualquier ciudadano me someto a la investigación de la Justicia y no me someto al poder monopólico de Clarín. Y a mí de repente se me vinieron al pensamiento los muchos ciudadanos que estarán enfrentando problemas con la Justicia; esos que darían lo que tuvieran para contar en la fiscalía con su propia sobrina o con tener el poder y los recursos de nombrar, destituir o cambiar de destino a un juez.
Después un periodista (perdón un guerrillero), preguntó al ex presidente si como hacía Alfonsín pensaba donar su pensión de 24.000 pesos. El señor Kirchner, en defensa de la (su) propiedad privada y la (su) libertad de actuación, respondió así:
"Eso es problema mío.
Repentinamente, casi sin querer, me vinieron a la cabeza los dividendos del grupo Edesur, los fondos privados, que por propia decisión, miles de ciudadanos argentinos, habían depositado en las AFJP para su jubilación; me acordé de todas esas empresas que mueven su dinero, allá donde les parece mejor, para invertirlo y hacerlo crecer. Parece que el signo de los nuevos tiempos, - los tiempos de Néstor y Cristina, quiero decir - , es que el dinero público goza de inusitada libertad e ínfimo control y el dinero privado distingue entre unos ricos y otros que también lo son.
Y para finalizar el ex presidente, acudió de nuevo con sus palabras a la dictadura, a ese pasado difícil y turbulento del que todos en mayor o menor medida acarrean sus propias mochilas de supervivencia y dolor. Aquel pasado que al señor Kirchner, entre otras cosas le permitió, sus primeros contactos desde un estudio jurídico con los que pudo comenzar a acumular propiedades inmobiliarias y rentas del capital.
No le tengo miedo absolutamente a nadie, aviso ayer Néstor.
Pues yo sí. Yo le tengo miedo de los monopolios en general, al poder de las grandes corporaciones, a los regímenes políticos poco balanceados, a los políticos que guerrean en vez de dialogar o los funcionarios que manejan un poder sin controlar. Tengo miedo a todos aquellos - llámense como se quieran llamar - que cual escurridizas lagartijas siempre escapan indemnes y enriquecidas del cumplimiento de la ley o de la ética y la moral, con la que nos machacan a los demás.
Todo eso me da un miedo monopolizador.