Arde España

Es caprichosa la climatología; ustedes con vientos huracanados y nieve polar y nosotros en nuestro clásico estival: un calor achicharrante, poca humedad, viento que viene y va y un fuego a veces incontrolable arrasando miles de hectáreas del territorio nacional. Incendios forestalesEspaña arde. Hoy lo hace de forma literal; en septiembre, figuradamente, lo puede hacer aún más.

Esta semana hasta 22 incendios simultáneos costaron la vida a cinco bomberos y un conductor de un vehículo cisterna; un bombero más se encuentra grave en un hospital. Decenas de pueblos se han visto cercados por el fuego y sus vecinos han tenido que abandonar su hogar. En otros, cuadrillas de voluntarios civiles trataban de colaborar junto a los profesionales, en un trabajo a destajo contra enormes llamas que crecían sin descanso a su alrededor.  

El pasado miércoles fue el peor día. 800 efectivos actuaban simultáneamente tratando de apagar incendios en Cataluña, Castilla y León, Castilla y La Mancha, Comunidad Valenciana, Aragón,  Navarra…, en media España, la verdad. Ese mismo día en una reunión de urgencia Gobierno, Comunidades Autónomas y la Dirección de Protección Civil, tomaban medidas excepcionales para hacer aún mayor la coordinación de los trabajos y aprobar 15 nuevos convenios de hidrología; en euros 54 millones más.

¿Estamos mejor preparados que antes contra el fuego?, creo que sí; ¿contamos con más recursos y coordinación?, pienso que también. Pero contra el fuego nada es suficiente. El fuego es caprichoso: lo es a manos del clima o del azar y lo es con igual o mayor intensidad, a manos de pirómanos enfermos o de otros tipos a los que no me resisto a llamar - echando mano del más burdo lenguaje popular – como auténticos “cabrones”. Tipos que juegan a matar; a matar la tierra, su vegetación y las propiedades de los demás, y a matar – y eso es mucho peor - a seres humanos que luchando contra sus incendios, entregan la vida por los demás. 

Según la ONG WWF/Adena, alrededor del 93% de los 20.000 incendios que cada año se producen en España son provocados. Los provocan algunos locos y también esos “cabrones” a los que me refería con anterioridad; gente que actúa motivada por sucios intereses económicos, rencillas sobre tierras y algún que otro oculto negocio más.

Se temía un verano negro y los pronósticos se han cumplido. En tan sólo 20 días del mes de julio se ha quemado más superficie arbolada que en todo el 2008. Recursos, efectivos, hidroaviones, medios técnicos y humanos no se van a escatimar pero, como volvió a recordar hace unos días Protección Civil, hay que permanecer vigilantes. El fuego es un asunto de todos; como los vecinos de los pueblos afectados, todos debemos colaborar para no entregar por desidia o falta de voluntad, ni una hectárea, ni un árbol, ni por supuesto una vida más, a ningún otro “cabrón” de esos que nos incendian con malévola e infame voluntad. 

España “arde”, mejor dicho, podría hacerlo figuradamente en septiembre con eso del diálogo social. Gobierno, empresarios y sindicatos han ocupado esta semana con la misma intensidad que los incendios, los titulares de los diarios y las pantallas de televisión. El desenlace final una sonada ruptura y una gran decepción.

Para el Gobierno han sido los empresarios y la CEOE los que han roto el diálogo con sus exageradas demandas y su actuación; para los empresarios es el Gobierno el que se ha levantado de la mesa y pone en riesgo la salida de la crisis y la lucha contra el desempleo en nuestra nación. Los sindicatos, no tan en el centro de la tormenta, de momento del lado del Gobierno; ¿los ciudadanos?: bien gracias, capeando el temporal.

Meses de encuentros, más de una decena de reuniones y esta semana una tensa y larga cena en casa de Zapatero (por llamar así al Palacio de la Moncloa, su residencia oficial) y un cruce de documentos y declaraciones. Dicen que en esa tensa cena hasta se pudo escuchar a Rodriguez Zapatero espetar al presidente de la CEOE: “Gerardo, que no se te olvide: soy el presidente de todos los españoles, no sólo de los tuyos”.

No sé si todo debe hacerse por consenso o no, lo que tengo bien claro es que hay que hacer algo y hacerlo, no puede retrasarse ni un minuto más. A partir de ahora, según el ministro de trabajo, el gobierno legislará por decreto en materia laboral; espera, dice Corbacho, contar con el respaldo a sus medidas de toda la sociedad. Insisto, sigo viendo al Gobierno demasiado preocupado por no contrariar y no creo que agradar o contentar a todos deba ser su prioridad. Creo que legislar y tomar medidas con resultados y efectividad, guste o no, debe ser el objetivo principal. Hasta la fecha, vamos mal. 

Más allá de las propuestas encontradas o las diferencias de visión entre sindicatos, empresarios o Gobierno, este último desoye demasiados informes, cifras e indicadores de diversas y muy heterogéneas fuentes. Una tasa de paro cercana al 18% es un dato demasiado elocuente contra el que hay que reaccionar. Desconozco, y digo desconozco porque no he observado reacciones de profundidad, si a estas alturas al gobierno le preocupan esas cifras con la misma intensidad que le preocupa eso del consenso y el respaldo de la sociedad. .

Curiosamente, una encuesta realizada por la Comisión Europea publicada en estos días, refleja que el 61% de los españoles opina que los contratos de trabajo deberían ser más flexibles – al estilo del resto de Europa – para fomentar la contratación y la lucha contra el paro. ¿Leerá estas cosas Rodriguez Zapatero?: pues no lo sé, la verdad. 

Lo que sí sé con seguridad es que el próximo Consejo de Ministros del mes de agosto aprobará la nueva ayuda económica para todos aquellos desempleados que ya no tienen cobertura de paro. Bien, José Luis, eso está bien… pero recuerda, te pongas como te pongas, hay que hacer mucho más. 

No dejes para mañana lo que se debía haber hecho ayer. Por consenso si se puede, con premura, eficacia y determinación, por necesidad.