Yo también estoy confundida, como Maradona

Aprovechando que esta semana se van a presentar oficialmente las candidaturas de las elecciones legislativas del próximo 28 de junio, me ha parecido adecuado no hablar sobre España y hacerlo sobre asuntos del “otro lado del charco”; quiero decir obviamente, de “su lado del charco”. Maradona y los KirchnerLeía hoy mismo que Diego Armando Maradona ha realizado algunas aclaraciones a su famosa carta de apoyo al “fútbol gratis para todos”, es decir a la nueva Ley de Radiodifusión presentada por el oficialismo. Parece ser que ha confesado sentirse “confundido” y no saber a quién votar a estas alturas. “Diego Armando, no me extraña: a mí me pasa lo mismo, menos mal que yo no voto”.

Si mal no recuerdo las elecciones se adelantaron para concentrarnos rapidito en los efectos de la crisis y solucionarlos lo antes posible. Es aquí donde llega mi primera confusión: observo con preocupación que de lo importante – los problemas del país y los ciudadanos – se habla poco o nada. Escucho y leo sobre nombres, apellidos, listas, puestos, tensiones, encuentros, intercambios, descalificaciones y algún que otro insulto; mucho sobre lo que se nos “avecina” y poco o nada sobre “en lo que estamos”. Me sobran formas y me falta fondo.

Tratándose de unas meras elecciones legislativas uno se espera grupos políticos más o menos consolidados, como mucho algún que otro recambio de nombres a la cabeza de las listas. Ocurre todo lo contrario: del oficialismo al resto de formaciones políticas, aquí se ha puesto todo “patas arriba”. Pareciera que llega el fin del mundo; cenan, almuerzan, negocian, se enojan, se amigan: “pon tú el cuerpo, que yo pongo el nombre; me hago disidente y te dejo por aquellos de enfrente; ponme a ese urgente, quítame de aquí a este otro”. El Congreso y sus futuros ocupantes, comienzan sospechosamente a parecerse a los Hermanos Marx y su Camarote.

Cuando tratas de concentrarte para sacar alguna idea en claro, repentinamente te asaltan con las candidaturas “testimoniales”: “votas por uno que no va a ocupar su cargo; se presentan, luego renuncian; este no va, en su lugar va su esposa; les necesito, votenme; luego ya dispondré de su voto como mejor se me ocurra; unos ponen el nombre, otros pondrán el cuerpo y ustedes mientras el voto”. Pensándolo bien, entran ganas que los votantes se rebelen y se hagan “testimoniales”. Les sugiero que en la mañana del 28 de junio se intercambien el DNI entre todos y acudan los unos por los otros; así por lo menos todos jugaremos al mismo juego.

Por si el sufrido ciudadano, no tuviera suficiente con los políticos profesionales, aparecen o tratan de aparecer en las listas todo tipo de figuras “colaterales”: “actrices, cantantes, piqueteros varios, sindicalistas, algún que otro banquero y familiares en primer, segundo y tercer grado”. Trabajar en el Congreso se ha convertido repentinamente en un “reality” glamouroso y exótico.

Y para rematar como Dios manda el asunto, se vienen encima todo tipo de vaticinios y Apocalipsis varios: “que llega la explosión, que viene el caos, que o se profundiza el modelo o se vuelve al 2001; no al 2001 no, ahora mejor vuelven los 90; que si el Tango 01, que si el helicóptero”. Y yo me pregunto: ¿de propuestas y soluciones cuándo hablamos? De eso, de lo que nos  preocupa a todos, todavía no se oye nada. 

Lo dicho, estoy como Diego Armando: confundida.

Si ya de por si política y vida andan últimamente por caminos separados, lo que observado hasta ahora, agudiza peligrosamente la lejanía entre políticos y ciudadanos. Todo contribuye en exceso a confundir, desalentar y me atrevo a afirmar, a enojar al ciudadano. Hay que corregir este camino pronto para tratar de que candidatos y ciudadanos se miren a los ojos y hablen de lo que importa.

A pesar de todo, les deseo feliz presentación oficial de candidaturas. Espero que esta “gala” termine pronto y comience cuanto antes el trabajo pendiente detrás de las “bambalinas” de las listas que nos espera a todos.

En el fondo, señores candidatos, para eso les votan y luego les pagan los ciudadanos.