Insularidad es hoy sinónimo de atraso

Comienza hoy en Roma, con la ausencia de representantes salteños, la Conferencia de Alto Nivel que organiza la FAO sobre seguridad alimentaria mundial, bioenergía y desafíos del cambio climático. ImageQuienes gobiernan a la Argentina desde hace un lustro (y sus asesores de imagen) han tenido, que duda cabe, varios éxitos. Uno de ellos, notable: Lograron aislar a la sociedad política argentina, a nuestra opinión pública, de los grandes debates y acontecimientos mundiales.

La creación de una agenda incompleta, la emergencia de nuevos actores (unas veces ficticios o grotescos), la pura incompetencia de nuestro “nacionalismo” intelectual, ciertos mitos arraigados en la cultura política argentina, la manipulación del “consenso”, la destrucción del sistema de Partidos, y hasta la “provincianía” de nuestros actuales gobernantes, ayudan a explicar la inmersión de nuestro país en un ya largo ciclo de insularidad.

De otro lado, la llegada al Gobierno de la Provincia de un sector peronista excesivamente ligado (por lazos de afinidad, afectos y disciplina) al compacto “modelo” kirchnerista, esta sirviendo para mantener a Salta en un pequeño islote que, si se nos permite la metáfora, se mueve dentro de la Isla Argentina.

Y esta dependencia del Gobierno de Salta no es sino una mala noticia para los salteños y su futuro.

En este estricto sentido, el señor Urtubey está -lamentablemente- siguiendo los pasos de su antecesor que, por razones si se quiere opuestas, también apostó por el aislamiento de Salta de su entorno regional y global, con la pretensión de que Salta, bajo el Sultanato, era una Isla de Felicidad.

Alguien debe decir a los hombres y mujeres de Salta que su futuro, que nuestro futuro común, está decidiéndose, en ausencia de nuestros representantes y casi siempre en contra de nuestros intereses, en foros internacionales, en los despachos que gobiernan los grandes bloques económicos, en las oficinas y en los laboratorios donde los jerarcas del mundo y los científicos encargados de las investigaciones avanzadas influyen en el reparto del poder y del bienestar, y -aunque en menor medida- en las salas privadas de la Residencia de Olivos.

Las propuestas de reactivación de las centrales nucleares, las investigaciones sobre nuevas semillas, nuevos productos y nuevos materiales, las medidas que Estados Unidos, China y la Unión Europea (entre otros actores relevantes) analizan para salir de la crisis económica actual (o, lo que es lo mismo, para exportar algunos de sus costos y distribuir internamente otros), los debates sobre el cambio climático, la “seguridad alimentaria” y las nuevas fuentes de energía, o la reunión de la FAO que hoy comienza en Roma, deberían merecer la atención tanto del Gobierno como de las fuerzas políticas y sociales de Salta.

El prometido y siempre demorado Consejo Económico y Social que manda crear la Constitución de Salta, podría (si se cumplen determinadas condiciones) cumplir el papel de Foro Estratégico.

También debería resultarnos fácil comprender que, en el apasionante tiempo actual (un tiempo que poco y nada tiene que ver con nuestro inmediato pasado), el Centralismo tal y como lo concibe y practica el matrimonio gobernante es decididamente malo para Salta. Y que, por el contrario, son tiempos en donde el Federalismo y la regionalización pueden brindar mejores y mas eficaces respuestas a los riesgos (muchos de ellos globales) y a los desafíos que los salteños de carne y hueso tendremos que enfrentar de aquí en mas.

El Gobernador Urtubey (que por encima de personalismos anacrónicos representa –todavía- esperanzas de moralización de la vida pública, de promoción de la libertad y del pluralismo, de eficacia social y de vigencia de las instituciones de la república) se encuentra ante un dilema:

O sigue fiel a los dictados del matrimonio Presidencial, o elige representar los auténticos intereses de la Provincia, entendidos como un concepto que comprende tanto los aspectos económicos (producción, productividad, infraestructuras, precios, autonomía para decidir sobre el aprovechamiento y la conservación de nuestros recursos naturales, súbitamente revalorizados) como las metas sociales (igualdad, cohesión social y territorial, preservación del ambiente).

De mantener la línea de sus últimas apariciones públicas, perseverando en mostrarse como un “soldado vertical”, las banderas del Federalismo, del Futuro y del Bienestar quedarán pronto vacantes.

Disponibles para nuevas fuerzas políticas (lo que siempre es de agradecer), pero también al alcance de la mano del anterior Gobernador de la Provincia que se ha revelado, desde antaño, como un sagaz rumbeador que no desdeña ningún oportunismo.

Salta se merece un Gobernador que, además de encarar la modernización económica, sea un demócrata incapaz de mezclar sus negocios personales con los intereses generales. Un líder que encare la lucha contra la marginación y la pobreza sin verla como una oportunidad para el clientelismo que lo perpetúa en el poder.