Cuando apenas había asumido el cargo de Presidente de la República, Néstor Kirchner recibió en la Casa Rosada una visita nada espontánea. La producción del programa Show Match, junto al imitador de Fernando de la Rúa, hicieron un sketch con la participación estelar de Tinelli y del propio Presidente en funciones. En él exacerbaban los defectos del ex presidente, su imitador se equivocaba las diferentes entradas y salidas, se quedaba dormido en un sofá, buscaba en los cajones del que había sido su escritorio y Kirchner le daba un frasco de píldoras para la memoria olvidado, luego lo acompañaba a la salida diciéndole apurese que ya llegó el helicóptero.
Si bien para algunos fue divertido y se sumaron a la burla, hubo otros a los cuales les molestó y no pudieron tomar a broma el quiebre de un período democrático.
Para los que analizan la línea informativa (y formativa) de un medio de comunicación, en especial cuando se trata de un multimedios. No fue una buena noticia. Uno de los mayores grupos del país vivía un idilio con la nueva administración nacional y esto podía tornar muy parcial a la verdadera información.
En los Multimedios hay diferentes programas, líneas editoriales, producciones e intereses y nada es blanco o negro en sus contenidos, que por lo general son abarcativos de diferentes targets y sectores. Pero cuando se trata de una posición frente al gobierno, más allá de las tonalidades, un medio es oscuro o es claro.
Por eso no es simple entender el actual conflicto entre el Grupo Clarín y el Gobierno. Que se expresa en frases como : TN todo negativo, Clarín miente o la más ambigua, pero que mayor significado produce ¿Que te pasa Clarín?. Como si le hablara a un viejo y querido conocido, del que sabe mucho y no entiende su actitud.
Mientras sus caminos iban juntos. Las aprobaciones de beneficios para el Grupo eran habituales. Dan acabadas muestras de eso el Decreto 527 del año 2005 que le amplió las licencias de TV abierta, cable y radio de 15 años de duración y 10 de prórroga automática, a otro período igual.
Pero no sólo les dio años de concesión, también y en medio de un delicado proceso judicial; le otorgó la fusión de las empresas de video cable: Multicanal y Cablevisión, esto sí que fue significativo e inédito en la historia de las comunicaciones en nuestro país (por lo monopólico) y pensó que tranquilizaría al Grupo durante un buen tiempo. Pero no fue así.
Como en todo hay quienes tienen precio y hay otros, (pocos) que tienen valor. Están los que toman las reglas que les impone el verticalismo y otros que sólo se atienen a la Ley.
Como por ejemplo la fiscal Gils Carbó que hizo 13 denuncias al Grupo Clarín y al no tener apoyo político a sus acciones, perdió su puesto. También José Sbatella que como presidente de la comisión legislativa de Comunicaciones, firmó el dictamen de unificación de los cables, pero en disidencia mostrando su desacuerdo.
A aquella ley de unificación de cables, los legisladores no tuvieron reparo (o vergüenza) en llamarla Ley Clarín. Hoy en está actualidad que vivimos, irrumpe La ley de medios audiovisuales, que pretende: desmonopolizar, federalizar, dar igualdad de oportunidades al universo comunicativo. Y que lleva como mascaron de proa la frase: terminar con la ley de la dictadura.
El slogan de ser la última ley autoritaria que queda en la actualidad se contradice cuando se piensa por ejemplo que en función de la producción agraria, se quiere implementar Una nueva Junta Nacional de Granos que también fue una ley de la Dictadura.
A las frases o slogans con las que se presenta cada proyecto de Ley, intentando motivar, el nacionalismo, el patriotismo y la democracia, la sociedad ya esta acostumbrada y bastante descreída.
De Aerolíneas se dijo recuperar la línea aérea de bandera y hoy es un empresa deficitaria como casi todas las compañías aéreas, que gasta 4 millones us$ diarios de fondos desviados de proyectos sociales.
Cuando se trató la estatización de Las AFJP la frase era recuperar la jubilación pública, solidaria y de reparto hoy los fondos incautados a los jubilados se prestan a tasas inferiores a la inflación real.
La redistribución como concepto fue vaciada de contenidos y se convirtió tan sólo en un hecho retórico como consecuencia de la continua repetición y el abuso que ha cometido el gobierno en su discurso.
Pero sin duda es la clave para un cambio real en la Argentina. Esto no sólo se aplica a la redistribución de la renta, si no a la desmonopolización en la producción, el comercio, la exportación y a los medios de comunicación. Que quizá también por acostumbramiento la sociedad no lo advierte, pero que va desde el ridículo a las situaciones injustas y obscenas.
- Que no se pueda ver un gol de un partido de fútbol, jugado el día viernes, hasta el domingo luego de que lo televisó Fútbol de Primera, es ridículo. Que además esto se traslade hasta a las agencias internacionales de noticias y a las cadenas de televisión del mundo, que en ocasiones deben recurrir a imágenes de archivo, para dar la crónica de la fecha del campeonato argentino, es incomprensible.
- Que los programas teóricamente serios, analíticos, de política, economía y debate estén sólo en la televisión de cable, por que quienes gerencia los multimedios creen que al gran público no le interesan, o no los va a apreciar o peor aún para sus bolsillos, no los van a ver, es peyorativo y obsceno.
Que la televisión pública sea casi un vocero de prensa del gobierno de turno y que por otra parte sea la única que en forma gratuita llega a todo el país, es por lo menos demagógico. Que quienes producen los contenidos, a las vez los transporten, a la vez tengan emisoras de radio, TV, Cable, diarios, revistas y hasta Internet, es injusto, corporativo, peligroso y les otorga a esos multimedios un gran poder.
Que es necesaria, sensata, democrática e indispensable una nueva ley de comunicaciones, es absolutamente real. Pero da la sensación que hoy cualquier ley en manos del Poder Ejecutivo, no es más que artillería pesada para la guerra que sostiene, con los generales multimediáticos, los tractores tanques y cualquiera que se le oponga.
El proceso de transición luego de las elecciones legislativas será clave para los proyectos que quiera aprobar el gobierno, más allá del resultado del sufragio, porque aún hasta diciembre conservará su primera minoría. Está claro que votar en contra de la ley de medios, significaría para un legislador quedar afuera del oficialismo, basta recordar a Solá o a Cobos. Pero esto sería importante dependiendo de cuán inclinado haya quedado luego de las elecciones, el árbol del kirchnerismo.
A este proyecto al que si eufemismos bien se lo podría llamar Ley anti-Clarín, por como obligaría a dividirse al multimedios. Para un legislador, votar en contra del grupo, sin saber como se va a reacomodar y a reciclar luego de esto, es, casi como quedar afuera de la política.
Aunque suene corrupto y aberrante, y más allá de ser del oficialismo o de la oposición, ¿quién votaría en contra de Clarín?
Por eso la pregunta que realmente nos debemos hacer es: ¿Quién tiene más diputados y senadores?
¿El gobierno o el Grupo?
¿Quién tiene más Diputados y Senadores ?
Pablo Villaverde
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