Perder o perder… pero que no pierda la Nación

No hay políticos que reconozcan una derrota casi segura antes de la puja electoral (a veces, después tampoco). Hoy la campaña partidaria, está formalmente en marcha. Pero en realidad había comenzado un año atrás, sin una división visible de bloques políticos o partidos. El binomio Scioli - KirchnerEl oficialismo nunca lo aceptó, pero su propia incapacidad para resolver el conflicto agrario, sumado a la alta politización que también provocó, le quitó la natural “Luna de Miel” que tiene todo nuevo gobierno y lo que era tan sólo una protesta sectorial, la convirtió una causa política e ideológica nacional.

Hoy los debates de los tres bloques mayoritarios se multiplican en los medios y al final de cada uno, los conceptos quedan menos claros que antes de escucharlos. La oposición argumenta y fundamenta con números privados, el oficialismo lo hace con los índices de organismos oficiales.

Unos ven el vaso medio lleno y otros completamente vacío. Pero para sumar más confusión, también se agregan al debate, los medios de comunicación, que hoy de independientes no tienen nada.

El proyecto de la Ley de medios audiovisuales, dividió a los ya divididos multimedios. Y los que eran críticos de la gestión oficial, se convirtieron en enemigos y los que alternaban según las circunstancias, hoy ponderan hasta lo imponderable.

Así están: lo que consideran a la movida electoral, del “binomio” Kirchner-Scioli, como “una jugada magistral” y otros como “quemar las naves” para el oficialismo.

A su vez el sugestivo pedido, propio del verticalismo kirchnerista, de que los Intendentes del conurbano se postulen como candidatos a primeros concejales, por algunos medios es visto como “asumir el compromiso de defender el modelo” y por otros medios “para evitar la segura traición peronista que de perder, podrían sumarse al bando ganador de los disidentes”.

Para los medios de comunicación afines al gobierno es una “estrategia política” y para los críticos de la gestión, a los que el gobierno considera enemigos, es un “escándalo político”.

Y estos dos términos en apariencia contradictorios, no es casual aunque si paradójico, que los utilicen para legitimar o repudiar la decisión del gobierno.

Ya que estrategia es sinónimo, según el diccionario, de maniobra, astucia, habilidad, treta o trampa. Y escándalo proviene del griego skándalon (si, con K), que significa: obstáculo o trampa para que alguien caiga. Dicen que a veces la verdad emerge aun entre falsedades. Ésta es una de esas veces.

Y este quizá sea el aspecto más alentador de toda la realidad: que la sociedad la conoce.

Esa “espiral del silencio” que describen algunos autores en cuanto a la opinión pública, hoy es más relevante que nunca.

Es verdad que lo que se propone el gobierno no es “ilegal” o “inconstitucional”. El artículo 19 de la Carta Magna lo dice: “Ningún habitante de la Nación esta obligado a hacer, lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe” Y la ley electoral no dice que un Gobernador o un Intendente no se pueda postular como candidato a legislador y luego sin asumir, renunciar a esa misma banca de legislador que ganó.

Pero sí lo dice la ética, lo dice la moral política (si es que todavía hay) y lo dice algo más vulgar quizá, pero no menos importante para un argentino, eso que le llamamos “códigos”.

Y esos códigos, por ejemplo en el fútbol, nos dicen: que no se puede para llenar el estadio, anunciar al equipo titular en la previa y luego cuando las tribunas están llenas hacer jugar a los chicos de la 4º división.

Muchos subestiman a buena parte del electorado, para ser exacto, a los votantes del conurbano bonaerense. Pero esa suma histórica de votos seguros, de los que se arrogan el peronismo en cada gobierno de turno de la Provincia. En está oportunidad es posible que no este asegurada.

El kirchnerismo ya perdió, por que en seis años de gestión, no pudo elaborar, articular y crear un simple candidato a diputado por la Provincia de Buenos Aires, el mayor bastión electoral y donde sentían, que ellos mandaban.

Sin duda todo el resto país, debe aceptar con confianza o con resignación, lo que este distrito electoral elige por ser el mayor del padrón. Pero es posible que esta vez no defrauden a los demás ciudadanos, no se defrauden a ellos mismos, pero fundamentalmente dañen más a las instituciones de la Nación.

No se trata de que gane todo la oposición, ya que un poder mayoritario en el sentido opuesto sería igual de perjudicial. Se trata de que se gobierne con consensos, de que se gestione con equidad, de que no se decida con súper-poderes y de que una vez por todas y luego de 27 años de Democracia, vivamos en una verdadera República.