Un adelanto de elecciones que suena a crisis terminal

Hemiciclo del Senado de Nación ArgentinaEn los sistemas parlamentarios de gobierno, que son mayoritarios en Europa, los adelantos de las elecciones son frecuentes. En algunos países como Francia, Alemania, Italia o España, así como -con ciertos matices- en el Reino Unido, el Poder Ejecutivo (a veces el gobierno, a veces el Jefe del Estado, a veces los dos) puede disolver el parlamento, esto es, impedir que la legislatura llegue a su término (por legislatura se entiende aquí el periodo por el que son electos los parlamentarios). No son frecuentes en el parlamentarismo las llamadas midterm elections que, por el contrario, son la regla en los sistemas presidencialistas. En los principales países parlamentaristas de Europa, así como en Canadá, Australia o Nueva Zelanda, son las elecciones regionales o las de los estados federados (en las que no se "juega" el gobierno central de la nación) las que, en cierto modo, asumen el papel de midterm elections.

En los sistemas presidencialistas, los adelantos de elecciones no suelen ser frecuentes. Los mandatos de los electos tienen una duración fija y en ellos no influye ni la voluntad del parlamento ni la de los gobiernos. Las cámaras legislativas de los sistemas presidencialistas se renuevan parcialmente cada cierto tiempo, de modo que no existe una fecha límite para la legislatura sino una especie de "legislatura continua".

Un adelanto electoral poco comprendido internacionalmente


Por estas razones, y por otras, es que los principales medios europeos no han interpretado en la buena dirección la decisión del gobierno argentino de pedir al Congreso la reforma del Código Electoral para que las próximas elecciones (las primeras -y tal vez las únicas- midterm elections que afrontará la presidente Kirchner) se celebren cuatro meses antes de lo previsto.

Los adelantos electorales en los países de régimen parlamentario son sinónimo de crisis terminal de los gobiernos, y por la razón que sea, muchos europeos consideran que el actual gobierno argentino caerá en los próximos meses, aunque ésto no sea constitucionalmente posible pero resulte, para algunos, políticamente deseable.

En ciertos círculos se piensa que las políticas de acercamiento de los Estados Unidos al Brasil convertirán a este último país en una potencia exorbitante en la región y que esta cualidad -que tal vez el Brasil merece más que nadie- se alcanzará a costa de la Argentina y de sus sueños de liderazgo regional.

Hoy por hoy la Argentina no existe en los escenarios internacionales. La situación exterior actual es más grave aun que la que propiciaron los presidentes Cámpora y Perón en 1973, épocas en que personajes como Ceaucescu, Khaddafy o Kim Il Sung aparecían como los más cercanos "amigos" de la Argentina, por considerar que ellos -como nosotros- estaban "tan lejos de uno como del otro de los imperialismos dominantes".

La credibilidad del país está afectada por muchos factores, pero allí donde se piensa que es la errática política del matrimonio Kirchner en relación con los acreedores externos de la Argentina, en realidad la principal causa de descrédito es la confusión política reinante, que hace que nuestra democracia sea contemplada como un "régimen de partido único".

Cuando menos en España, si se pregunta a cualquier ciudadano qué partido gobierna en la Argentina, dirá que gobiernan los peronistas (justicialistas) con Kirchner. Y aunque todo el mundo, quién más, quién ménos, sabe que hay peronistas de "un lado" y de "otro", nadie comprende bien que la propia fuerza política que gobierna sea la que ejerza, a la vez, la oposición y que no haya partidos "no peronistas" en condiciones de ganar unas elecciones. Esta enorme distorsión de nuestro sistema político es la que desdibuja la imagen exterior de nuestra democracia, mucho más que los giros ideológicos de la presidente o sus contradicciones en materia económica y social.

La crisis del adelanto de las elecciones no ayuda en absoluto a que los países democráticos avanzados de Europa, América y Asia comprendan mejor a la Argentina y sus problemas. Antes al contrario, sirve para que quienes nos consideran un país "fuera de toda regla", nos sigan postergando por este motivo. Mientras que quienes en la Argentina se empeñan en construir un país "no homologable", en nombre de vaya a saber qué orgullo nacional, todavía sonríen satisfechos al vernos "hacer la nuestra".