La fiesta del Nacimiento del Niño Jesús y de la resurrección del 'Miguelito'

Todos los años para estas fechas se renueva la pasión popular por la pirotecnia. Cualesquiera sean los motivos de tan arraigada costumbre, nadie puede negar que el hábito de explotar cohetes a cielo abierto viene acompañado, generalmente, de dos fenómenos muy negativos: la legión de quemados y lesionados que cada noche de fiesta abarrota los servicios de urgencia de los hospitales; el "cartel" de comerciantes informales (y aun formales) inescrupulosos que han encontrado en la pirotecnia más dañina una fuente casi segura de ingresos. PirotecniaTodo indica que la tranquilidad de las personas, la de los perros y otros animales que sufren horriblemente la agresión de la pirotecnia, los costos económicos, laborales y sociales que supone tener cada año a cientos de personas quemadas o mutiladas, y las orgías de ventas que engordan las arcas de aquellos comerciantes, son cuestiones menores frente a la inveterada costumbre popular de celebrar el Natalicio de Jesús con fuego y estruendo. La alegría de un buen petardo es incomparable con el beneficio de unas fiestas más tranquilas y, especialmente, más seguras.

Si la Municipalidad no se anima a prohibir la prostitución y tolera -además de ésta- otras situaciones incivilizadas como los "cuidadores" de autos o las bicicletas circulando por la izquierda de la calzada, no va a ser ella quien se ocupe de poner freno a una actividad inútil y nociva como la pirotecnia. Y no lo va a hacer, entre otros motivos porque parte de los ingresos de los comerciantes van a parar, por un conducto o por otro, a las arcas municipales.

No faltará, por supuesto, quien piense que los miguelitos, las baterías, los cohetes-fósforo, los volcanes y las cañitas voladoras forman parte de "nuestra identidad cutural", de forma imprescriptible, inalienable, inescindible e ineluctable.

Por estas razones, tal vez, la Municipalidad de Salta se limita a abrir un registro en el que los que "deseen" vender pirotecnia son invitados a anotarse, con unos requisitos verdaderamente interesantes.

Quien quiera vender pirotecnia en el espacio municipal de la ciudad de Salta deberá hacer cola en la Dirección de Espacios Públicos, sita en pasaje Castro esquina General Güemes) y acreditar que sus locales cuentan con certificado de seguridad expedido por la División Bomberos de la Policía de la provincia, póliza de seguro de responsabilidad civil, constancia de propiedad del local y fotocopia del DNI.

La normativa municipal dice que los comercios tendrán que estar adaptados para la evacuación inmediata y segura del personal y de clientes; el techado no deberá poseer cielorraso de telgopor, machimbre, lona, plásticos u otros elementos de fácil combustión y la instalación eléctrica deberá ser embutida.

Ni los polvorines militares, donde se almacenan cohetes de verdad, llegan a cumplir la mitad de estos requisitos. Por lo que es el caso suponer que la pirotecnia más atractiva, que es la más peligrosa, volverá como cada año a circular por el mercado negro y a venderse en mesas montadas al aire libre, en kioscos de los más variados materiales, y esquina por esquina, a lomo de los vendedores ambulantes.