Sentimiento colchonero

Que el fútbol se ha convertido en los últimos años en una cosa muy seria, es algo que ya no sorprende a nadie. Pero que los sentimientos de una hinchada determinada merezcan el mismo tratamiento y protección que los de otros "refugios identitarios", como el género, la etnia o la religión, es algo relativamente nuevo. No me ofendan, que soy del AletiNo están muy lejos en el tiempo episodios como las famosas caricaturas de Mahoma publicadas por un diario danés, o las ofensas a la Virgen María que de tanto en tanto aparecen en los medios, o las campañas de publicidad que se retiran -previo pedido de disculpas- por menospreciar a mujeres, a personas de talla baja (vertically challenged), a minusválidos, a personas afro-americanas, etc.

Siempre habrá algún "creativo" iconoclasta para quien los sentimientos religiosos o de grupo sean simples minucias.

Pero hasta ahora el fútbol se había mantenido al margen de estas controversias, especialmente en la Argentina, donde las "cargadas" entre los equipos más populares, hechas a través de la publicidad callejera, forman parte ya tanto del folklore futbolístico como del paisaje urbano.

En otros términos, que en la Argentina sería más bien difícil que un juez admitiera una demanda de amparo formulada por un ciudadano ofendido en sus más íntimos sentimientos riverplatenses porque alguien le llamó "gallina".

Pero en España la cosa es bien diferente según podemos comprobar hoy mismo.

Un inocente spot publicitario en que aparecen dos hinchas de fútbol madrileños, uno del Real Madrid y otro de su rival el Atlético de Madrid, ha desencadenado una tormenta política en la que no ha faltado el preceptivo pedido de disculpas.

El anuncio intentaba promocionar la utilización del Metro de Madrid (empresa pública de la Comunidad Autónoma) y mostraba a un hincha responsable (el del Real Madrid) utilizando este medio de transporte, y a otro, más desaprensivo (el del Atlético), utilizando su coche, fumando y hablando por el teléfono móvil mientras conduce.

Pues esta nimiedad ha "ofendido gravemente" el sentimiento atlético y provocado una enérgica protesta del club (que no de la hinchada) que terminó con la decisión de la presidenta madrileña Esperanza Aguirre de despedir de modo fulminante a los responsables de aquella publicidad y de pedir disculpas a la afición colchonera por haber herido sus sentimientos.

Después de este episodio tan singular, no cabe dudas que quienes se dedican al mundo de la comunicación y de la publicidad, quienes escriben y critican, deberán añadir a la lista de "colectivos susceptibles" a los hinchas del Atlético de Madrid y, por añadidura, los de cualquier club de fútbol, y hurgar en los diccionarios en busca de términos "políticamente correctos" para referirse a ellos sin lesionar sus sentimientos, como ahora mismo se hace -con toda razón- con otros colectivos que defienden variadas causas, a veces discutibles, pero en todo caso respetables.

Desde luego, habrá que estar atentos, a partir de ahora, porque los duelos verbales en las tribunas (desde el "Boca compadre..." o "lo vamo a reventar, lo vamo a reventar", hasta el inocente "a por ellos, oé..." hispano) pueden dar lugar a querellas colectivas por injurias, a acampadas frente al Congreso, a "escraches" y a seminarios especializados en las facultades de Sociología de nuestras universidades.

No faltarán hijos que demanden a sus padres por "falsificación de identidad", cuando llegada la mayoría de edad descubran que el carnet boquense que le obsequiaron el día de su bautismo no concuerda con su verdadera esencia riverplatense. No faltarán juristas tentados por el impulso de consagrar la pertenencia futbolera como "atributo de la personalidad" en nuestro Código Civil, ni expertos en protección de datos que consideren las simpatías futbolísticas como "dato sensible de la persona", ni entidades defensoras de los Derechos Humanos que luchen contra la discriminación por razones de camiseta o que consideren a la "naturaleza xeneize" como "pueblo originario del Riachuelo".

La Biblia y el calefón, ni más ni menos.