
{sidebar id=9}Era tan buen alumno que, cuando se presentaba a rendir examen, los alumnos llenaban el aula para escucharlo y tomar apuntes para sus exámenes. Era muy sensible con los excluidos sociales, a tal punto que cuando era líder de la comisión directiva que administraba el Comedor Universitario, propuso y consiguió abrir sus puertas a los obreros en huelga de la Federación de Obreros y Trabajadores de la Industria Azucarera - FOTIA, lo cual le granjeó la admiración y la simpatía de numerosos obreros que lo recuerdan hasta el día de hoy.
Cuando yo vivía exiliado en México, al saber de esta trágica noticia, me conecté con Raimundo Ongaro, que vivía en París y a través de él me comuniqué con Julio Cortázar quien fue el que denunció públicamente en una conferencia de prensa en París, el secuestro de Víctor, y durante muchos años Cortázar permanentemente denunciaba en los foros internacionales su caso, lo adoptó como si fuese un hijo que nunca tuvo.
La personalidad de Víctor puede describirse como un ser humano siempre abierto al dolor de los desposeídos, siempre generoso con su conocimiento, culto e inteligente. Por otra parte, siempre se manifestaba por la democratización de la Justicia, sus sueños eran poner su estudio de abogado al servicio de los humildes, por eso lo mataron.
Porque es importante conservar la memoria de gente como Víctor Noé, que cayó por haberse identificado con aquella estrofa de un viejo poema de Octavio Paz que dice así: ``Quién ha visto la esperanza, no la olvida, la busca, bajo todos los cielos y en todas las gentes.
Así, una plaza testimonia su figura, engrandecida por la presencia diaria de niños que juegan, adolescentes y jóvenes que encuentran en ella un espacio de amor y los adultos que comienzan a recordar poco a poco las luchas de un pueblo oprimido y excluido, buscando el camino adecuado para construir una sociedad justa y solidaria. Ese era el sueño de Víctor Noé.
Cuando era niño también jugaba en una plaza, muy cerca donde estaba la vieja Biblioteca Provincial Victorino de la Plaza en la calle Alvarado de la ciudad de Salta, donde se reunía con sus amigos para jugar, bañado de libros y de cultura. Su niñez transcurrió así entre la Escuela Zorrilla, la Plaza 9 de Julio y la querida Biblioteca. Siempre nos decía que era feliz jugando en medio de los libros, que fue la puerta abierta para el conocimiento. Sin embargo, muchas veces lo encontraba triste por que muchos niños pobres, estaban excluidos de las aventuras del conocimiento, y me preguntaba como era posible tamaña injusticia.
Entonces, no es casual que en su adolescencia, atravesando nuestro querido y recordado Colegio Nacional, se destacó como uno de sus mejores alumnos.
Cuando ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Tucumán, casi al final de la década del sesenta, cuando las luchas estudiantiles y obreras recorrían el mundo con las banderas de la esperanza para vivir con dignidad, Víctor conoció la injusticia y la explotación de los obreros azucareros, los condenados de la tierra y no tuvo dudas sobre ellos: se integró a sus luchas para combatir el miedo y la desesperanza frente a un escenario dictatorial que empobrecía a los obreros casi al limite de las condiciones inhumanas de la miseria.
Por eso lo recordamos, porque Víctor Noé fue uno de los más importantes dirigentes del Tucumanazo, importante movimiento social donde convergieron obreros y estudiantes, luchando contra una dictadura militar que preanunciaba años sombríos para nuestro país. Además y esto es muy importante subrayar, Víctor no solamente se destacaba como dirigente estudiantil sino también como un alumno ejemplar en la Facultad de Derecho. Todos podemos preguntarnos como hacía para integrar la militancia con sus estudios ya que en ambos casos era una figura ejemplar.
Y recuerdo que un día me respondió que para ser un buen dirigente debería ser un buen alumno y sus exámenes sirvieron para muchos de sus compañeros de estudios, un escenario necesario para aprobar las diversas materias de la Facultad de Derecho. Claro que su visión del abogado clásico no entraba en su personalidad, estaba identificado con aquellos abogados preocupados con el destino de los desposeídos y los excluidos.
Entonces, ¿que significa esta plaza? La respuesta deberá estar contenida en la metáfora de la biblioteca, la utopía del conocimiento al servicio de los oprimidos, de los humildes, de los obreros, en fin del vecindario del Barrio Luján a quien dedico este texto.
(*) Doctor en Sociología. Profesor del Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.