La glorieta de la plaza 9 de Julio será restaurada

Para un paseante desprevenido, resultaría difícil pensar que la glorieta de la plaza 9 de Julio necesita 240 mil pesos para su restauración. La glorieta de la Plaza 9 de JulioNo se trata de poner en dudas la legitimidad del presupuesto oficial aprobado por la Secretaría de Obras Públicas: 247.492 dispone el legajo técnico de la restauración de la Glorieta de la plaza 9 de Julio.

Pero, por ejemplo, qué harán los jóvenes que anoche se habían apropiado del espacio de la Glorieta para construir su propio escenario. Mientras en el Teatro Provincial de Salta el histórico Ballet de La Plata estrenaba La Bella durmiente, una “zapada” de percusionistas callejeros mezclaba ritmos latinos con “reggae”; tambores de variados tamaños y fabricación, de esos que los artesanos, “luthiers” ambulantes, han puesto de moda, retumbaban en la glorieta mientras un chico de apenas 12 años zarandeaba su cuerpito en una mezcla de pasos de folclore con “break dance” o vaya alguien a saber.

En el descanso del bailarín dos chicas de unos 18 años saltaron al centro del círculo y doblaron la apuesta, una se puso de cabeza y se soltó las manos, la otra hizo otras piruetas no menos osadas sin reparar en los turistas que llegaban con cámaras de filmar o con celulares para conseguir una foto.

Qué harán esos chicos, uno se pregunta, que rodeados de policías que rondaban la escena, turistas distraídos y curiosos sin rumbo exacto, se sentían en ese instante dueños de su propio lenguaje y hablaban de sus cosas desde una alegría que los otros no llegaban a comprender, pero que igualmente contagiaba, salvo a un policía que quién sabe por qué razón se acercó a interrogar sobre una supuesta querella.

Qué harán, es la pregunta, si después de restaurada la glorieta, bella y coqueta, solo quedara para las retretas de la Banda de Música de la Municipalidad y para las fotos de los turistas. En este caso los chicos con naturalidad buscarán otro lugar de encuentro y el turismo habrá ganado otro espacio para “clase turista”.

Pero tal vez solo se traten de temores infundados y la Plaza 9 de Julio comparta su remozada glorieta con todos, a diferencia de lo que hace con su pasto, reservado solo para visitantes con raras costumbres que suelen extenderse sobre su verde con un matecito. Hasta que el eficaz cuidador le indica las normas: no pisar el césped… La plaza es bella, el turismo es bueno, siempre y cuando las postales no recorten la realidad.