Localización territorial de la riqueza salteña

Prácticamente desde la irrupción de los incas primero y de los españoles después, la riqueza salteña se centró en el Valle de Lerma, en los Valles Calchaquíes y, en menor medida, en el Valle de Siancas. El resto del territorio o era inapropiado para la producción o estaba en manos de aguerridos aborígenes, como era el caso del Chaco Gualamba (10).
Fue en aquellos valles fértiles en donde nuestros antepasados originarios y españoles dieron vida a una agricultura pujante con eje en el maíz y en los forrajes y a una ganadería que tuvo en el engorde de mulas, para su exportación en pié a las minas del Alto Perú, su punto culminante.
De ambos Valles surgieron, en consecuencia, las familias pudientes (que acumularon sorprendentes fortunas (11)), y los ilustrados que engrandecieron la política, las ciencias, las artes -en especial la literatura y la música-, el clero o la milicia argentinas en el siglo XIX.
Una mirada a la galería de gobernadores elegidos en las urnas confirma esta aproximación: Uriburu, Zerda, Figueroa, Ovejero, Castellanos, Aráoz, Espelta, Cornejo, Durand, Biella y Romero (12), pertenecieron a familias vallistas.
Vallistos fueron también Indalecio Gómez, Victorino de la Plaza, Juana Manuela Gorriti, Juan Carlos Dávalos, los fundadores de Los Chalchaleros y Joaquín Castellanos, entre otras personalidades de la vida pública local y nacional.
Si dejamos de lado algunas experiencias mineras e hidrocarburíferas igualmente exitosas, la producción agrícola protagonizó, por años, el desarrollo económico de Salta. Al menos hasta que, más tarde ese protagonismo fue compartido con florecientes agroindustrias competitivas, como lo fueron la azucarera (primero en Campo Santo y luego en Orán), la vitivinícola (en Cafayate y aledaños) o la del tabaco que implantó la familia Villagrán.
La producción y pre-industrialización del tabaco fueron, quizá, la última manifestación del poderío exclusivo y excluyente del Valle de Lerma y de sus familias en el ámbito de la producción agrícola. La incapacidad de la mayoría de los propietarios vallistos de reconvertir un cultivo en crisis global, marca de alguna manera- el inicio de la parcial decadencia económica de esta región. Una decadencia que, no obstante, está lejos de reflejarse en el mapa político salteño (13).
Tras una primera apertura hacia el sur (Metán y Rosario de la Frontera), ocurrida probablemente hacia mediados del siglo XX, con sembradíos de porotos y granos y el asentamiento de emprendimientos ganaderos modernos, extensos campos -hasta hace relativamente poco tiempo incultos- están siendo incorporados a la producción en gran escala de alimentos y de otros productos agrícolas como es el caso del algodón.
Con ello, casi 250 años después, el ambicioso sueño de los Matorras (14) ha comenzado a cumplirse.
Anta deja de ser una tierra arisca
10. Nuestro departamento de Anta, con sus 21.000 kilómetros cuadrados de superficie y sus más de 60.000 habitantes, ha dejado de ser la tierra arisca que cantó don César PERDIGUERO, para convertirse en una verdadera potencia agrícola de dimensiones regionales.
He podido comprobarlo (mas allá de las estadísticas), la semana pasada, durante un espléndido recorrido en automóvil, que no hacía desde los ya lejanos tiempos del Partido Tres Banderas (1985) cuando visitaba al líder anteño don Juan ALOMO, y que me brindó -con las limitaciones propias de un viaje relámpago- una visión directa de la pujanza de la nueva Anta.
Miles de hectáreas desmontadas y prolijamente sembradas, importantes parques de moderna maquinaria agrícola, instalaciones de almacenamiento, haciendas pobladas de ganado bien alimentado, viviendas dignas y casonas elegantes, pistas de aterrizaje, hotelería de calidad, enormes camiones, tendidos eléctricos.
Aunque no se ven ya los tigres, no se oyen las cajas sufrientes, ni abundan los guardamontes de la zamba de PERDIGUERO (15), sus pueblos han crecido en habitantes, equipamiento y hasta en animación urbana (16).
11. En los últimos 35 años y pese a las dificultades y desventajas con las que tropiezan a diario, los agricultores y ganaderos salteños (los nuevos de Anta y los tradicionales de los Valles y del sur), mostrando una singular sintonía con el lejano espíritu de don Aarón Castellanos, vienen realizando un fenomenal esfuerzo para ampliar la producción y mejorar la productividad, superando así al resto de las actividades económicas con sede en la Provincia (17).
Tomando en cuenta solamente la producción de granos, la superficie sembrada pasó de las 70.000 hectáreas de los años 70, a las 706.000 hectáreas de la campaña 2003/2004. En ese mismo período, las cantidades de granos cosechadas se multiplicaron por diez y crecieron desde las 140.000 TM a las actuales 1.500.000 TM (18).
12. Otro breve paréntesis me servirá para poner de manifiesto las insuficiencias de nuestras estadísticas oficiales para medir el verdadero peso de la agricultura y la ganadería en la economía de Salta (y de otras regiones de similares características) y en su mercado de trabajo.
En realidad, habría que recurrir a otras herramientas de medición para evaluar correctamente la importancia de la agricultura local. Para este propósito, resulta vital la construcción de estadísticas que contemplen el impacto y la evolución de las cadenas agroindustriales.
La actual insuficiencia de las estadísticas oficiales de uso corriente, sumada a prejuicios ideológicos que le son propios, ha llevado a la señora Presidente de la República a minusvaluar el peso de la agricultura argentina tanto en la Producto Bruto Interno como en el mercado de trabajo.
Contradiciendo a la versión oficial, Juan José LLACH (19) ha demostrado, con datos de 2003, que el empleo total generado por las cadenas agroindustriales fue de 5 millones 600 mil, equivalentes al 37,4% de la población ocupada.
Sin embargo, en ausencia de este instrumental, es fácil deducir, en el caso de Salta, los estrechos vínculos que existen entre la producción agropecuaria y sus ciclos, con la industria y la buena parte de los servicios que integran la economía local.
(Continúa)
(10) Sobre este tema, verdaderamente apasionante, puede consultarse a DIEZ GÓMEZ, Sonia María Las Lajitas: el río y sus memorias, Editorial Fundación CAPACITAR del NOA, Salta 2006; y VISENTINI, Carlos y PEREYRA, Abel Eduardo El chaco salteño, en Estudio socio-económico y cultural de Salta, Editorial UNSA, Salta 1084.
(11) Como las de los Gurruchaga (que contribuyó a fundar la marina de guerra argentina), la de los Lezama (propietaria de inmensas extensiones en las pampas), la de los San Miguel (que erigieron la majestuosa Galería Guemes en Buenos Aires y cuyo poderío refleja el libro autobiográfico Mi niñez), la de los marqueses de Tojo, la de don Nicolás Severo de Isasmendi (el frustrado Conde de la Trinidad de Nolasco, como recuerda Eulalia FIGUEROA SOLA en su ensayo La etapa del apogeo salteño incluido en el citado Estudio socio-económico y cultural de Salta), o la del antes mencionado Aarón Castellanos, para no citar a las fortunas mas modernas.
(12 Don Roberto Romero lucía con orgullo sus orígenes en La Pedrera.
(13) La producción tabacalera local subsiste merced a un sistema de precios y ayudas que administra el Gobierno central y que, paradójicamente, es defendida por cierta izquierda peronista local que tiene en este Valle de Lerma (electoralmente determinante a causa de la demografía y de reglas electorales obsoletas) y en los tabacaleros una de sus columnas vertebrales.
(14) El primero de ellos, Don Gerónimo, Gobernador del Tucumán, que en 1774 firmó un Acuerdo de Pacificación con el cacique PAIKIN, en un alarde dialoguista que muchos contemporáneos deberían imitar. El segundo, Don José María, que hacia finales del siglo XIX y por sus convicciones democráticas, fue asesinado en El Piquete como resultado de una conjura policíaco/clerical (DIEZ GOMEZ, Sonia citada, página 76).
(15) Puede, no obstante, que queden cuatreros de esos a quienes nadie los puede enlazar que menciona la Zamba de Anta de LEGUIZAMÖN, CASTILLA y PERDIGUERO.
(16) Mi guía no deja de comentar las excelencias de las noches de Las Lajitas o de Joaquín V. González, pueblos que otrora se recogían a las 9 de la noche, con las últimas luces eléctricas.
(17) Aunque, como es lógico en un espacio económico como el de Salta en donde el sector público adquiere proporciones desmesuradas en razón de los subsidios y servicios a su cargo, en e último quinquenio el peso de la agricultura sobre el Producto Bruto Geográfico aumenta.
(18) Anuario Estadístico Provincia de Salta Año 2006; OLIVERIO, Gustavo y otros Potencial y limitantes de la producción agrícola y ganadera del NOA, Marzo 2005.
(19) LLACH, Juan José y otros: La generación de empleo en las cadenas agroindustriales, Fundación Producir Conservando, Junio de 2004.