Salta renueva su pacto de fidelidad con la hora GMT -3

En ningún sitio está escrito que un gobernador no tenga derecho, en ocasiones, a ser indeciso. Pero pocas veces una indecisión gubernamental ha provocado más confusión y polémica inútil como la que se refiere al cambio de la hora en Salta. Cambio horario y ahorro de energíaA pesar de ser el cambio de hora una cuestión bastante poco transcendente en sí misma, nuestros comprovincianos han hecho todo un mundo de ella. En buena medida lo han hecho porque el gobernador había anunciado en un principio que Salta seguiría los criterios de la presidenta Fernández de Kirchner y que tendría, a partir del 19 de octubre, una hora GMT-2.

Pero fiel al dicho popular de "no por mucho madrugar amanece más temprano", el gobernador cayó rápidamente en cuenta que nuestra posición geográfica "occidental y cristiana" anularía todos los beneficios energéticos imaginados por la presidenta. Y un poco menos rápidamente, advirtió que la cuestión de la hora se encuentra regulada en Salta por una Ley de la Provincia que nos obliga a enfundarnos la camiseta del GMT-3.

Se trata de la Ley 6.607, de 1990, que establece que "la hora oficial en toda la Provincia de Salta a partir de la promulgación de la presente ley, será la que corresponde al huso horario de tres horas al Oeste del Meridiano de Greenwich".

Por cuestiones que alguna vez convendrá analizar, algunas jornadas laborales en Salta comienzan muy temprano por la mañana. Miles de trabajadores se desplazan entre las 5 y las 7 de la mañana y muchos de ellos lo hacen en condiciones de seguridad muy deficientes, sea por el estado de las carreteras o el de sus bicicletas. Un solo kilovatio hora que pudiera ahorrarse con el adelanto horario no justificaría que ningún salteño muriese atropellado a las 7 de la mañana en la Recta de Cánepa porque a alguien se le ocurrió hacer esa hora más oscura que de costumbre.

Urtubey fue sabio al dejar las cosas como están, porque así no sólo respetamos a nuestros trabajadores y a nuestros escolares sino también respetamos a la naturaleza. No es cuestión de andar despistando inútilmente a los gallos, a las chuñas y a otras especies de las que nos valemos los humanos para desentrañar los insondables misterios del tiempo.