Salta y los Imperios

Empresarios chinos estudian instalar una fábrica de camiones en General Güemes. ImageMas allá del desden que lo extranjero provoca en las mentes mas cerradas y tradicionalistas, Salta, sus riquezas, sus paisajes, sus gentes e incluso su cultura, han atraído desde siempre a las grandes potencias.

Los adelantados del Inca fueron los primeros en poner sus pies de conquistadores en nuestro suelo poblado de indios mansos unos y bravíos otros. Luego vinieron los españoles de Hernando de Lerma y sus sucesores que, por cierto, quedaron prendados de la belleza, candidez y picardía de las nativas.

Desde allí los desembarcos de extranjeros se sucedieron a un ritmo y con una variedad insuficientemente estudiada hasta ahora.

Vinieron boticarios irlandeses, médicos suecos, oculistas napolitanos, panaderos y restauradores españoles, mecánicos húngaros, ópticos polacos, tintoreros japoneses, hoteleros sirios, confiteros libaneses, heladeros sicilianos, meretrices rusas, sabios escoceses, y bellezas inglesas. Los pocos productores franceses que arribaron a nuestros valles terminaron siendo opacados por los afracensados nativos.

Pero estas felices y constructivas incorporaciones de individuos de otras tierras, no pueden hacer olvidar los desembarcos que podríamos llamar colectivos o corporativos para aludir al calado de las inversiones que trajeron consigo y a la mayor envergadura económica de los lazos que tejieron otras expediciones.

La de los alemanes Krupp y la de los españoles Sanchís, centradas en la agricultura, en la ganadería y en la agroindustria, son dos de las más conocidas.

Pero hubo y hay magnates ingleses, canadienses, belgas, bolivianos y chilenos que hacen buenos negocios desde Salta. En la minería, en el agro, en la industria o en el comercio exterior.

La mayoría de estos emprendimientos nos vinculan, de una u otra forma, con el mundo occidental, si dejamos de lado a “Los dos chinos”, a nuestros tintoreros, y a los descendientes de marineros de la Armada Imperial China que frecuentó las costas del vecino océano Pacífico en 1421, como he recordado en una nota anterior (“Los salteños y los chinos”).

La vieja China, superado el delirio maoísta, aspira, como es de público conocimiento, a desplazar pacíficamente al imperio norteamericano.

Lo logrará, en las nuevas condiciones que impone la globalización, cuando sus capitales, sus productos, sus ideas y sus nacionales se asienten allí donde haya una oportunidad para crear riqueza o para confraternizar con los pueblos.

La prensa de hoy da cuenta de que los chinos miran con interés a Salta. No solo quieren comprar tabaco virginia. Pretenden, además y nada menos, que inaugurar en Salta la revolución industrial estableciendo en Güemes una fábrica de automóviles.

La historia industrial de nuestra provincia presenta hasta ahora emprendimientos modestos o raquíticos en términos de comparación internacional. MAR-HEL, “70-U”, “Talleres metalúrgicos Capobianco” o los dos Ingenios azucareros, son exponentes de aquella fase industrial salteña.

Una fase que los chinos se proponen superar insertándonos en un ciclo industrial avanzado, con todas las consecuencias políticas, económicas y sociales que ello implica.

Ojala que pronto podamos dar la bienvenida a los chinos industriosos, creadores de buenos empleos, cumplidores de la legislación laboral, comprometidos con nuestros desafíos, pagadores de impuestos y respetuosos de nuestro medio ambiente.