
En esta conversación, mitad por teléfono, mitad por Internet, Bravo Tedín admite que Varela pertenece a una legión de fracasados, pero realza su dignidad y su idea de federalismo; mostrando, como se propuso en el libro, a un caudillo desmitificado. La historia no habla desde el pasado, sino que la historia habla por lo que me dice ahora, afirma el historiador.
Llamar novela a la vida de un personaje histórico propone un acercamiento más allá de la "historia grande", ¿cuáles son los aspectos que su libro revela sobre el otro Varela?
Llamar novela a una historia realizada con la consulta de archivos de Argentina, Chile, Bolivia y España, tiene el significado de interpretar que el corto periodo en el que interviene en la historia grande Varela, a partir de fines de 1866, tiene connotaciones de tragedia griega. El hombre vencido, empecinado a no aceptar ese destino nos muestra ciertos valores necesarios y actuales en Argentina.
En mi libro encuentro aspectos no tratados sobre la vida de Varela, entre ellos, el ofrecimiento de los montoneros a ir a pelear junto a Solano López contra Mitre; las notas de los diplomáticos españoles de la reina Isabel II, quienes muestran con mirada extranjera la importancia de Pozo de Vargas y del levantamiento federal.
¿Podría decirse que Varela forma parte del club de los héroes fracasado?
Es cierto, Varela fue un fracasado, pero no es menos cierto que sus últimas cartas desde Antofagasta de la Sierra nos muestra una personalidad que, como decía Almafuerte, no se daba por vencido ni aún vencido. No sé si hablar de fracasado sobre alguien, que como Bolívar en sus últimos días, seguía pensando que aún era posible el triunfo del federalismo, y eso es quizás la mayor gloria de un hombre en esas circunstancias, que muestra hasta donde puede llegar la persona que cree que sus derrotas no son fracasos.
Pero de cierto modo Varela encarna el fracaso de la idea del federalismo
En realidad a partir de Pozo de Vargas se puede hablar del fin del federalismo, en definitiva el liberalismo mitrista y el puerto terminaron por desequilibrar un desarrollo armónico del país y hoy, a casi 150 años, con la Argentina sin Ley de Coparticipación, con el sometimiento absoluto de las provincias al poder central, el federalismo no existe ni dibujado. No estaban errados aquellos caudillos no muy ilustrados, pero realistas al pelear por lo que pelearon: un país justo, igualitario y federal.
Usted ha dicho que al analizar la historia, en Argentina se cae en un maniqueísmo, ¿cómo define ese maniqueísmo?
El maniqueísmo, es decir: los buenos y los malos, se expresa desde cuando se comenzó a escribir historia en nuestro país. La cosa funcionó hasta que los revisionistas sustituyeron los malos de antes por los buenos de ahora, que en términos generales elaboraron una historia tan carente de equilibrio como la anterior. Hace ya varios años que se ha reelaborado una nueva historia tratando mediante severas investigaciones mostrar un panorama diferente. Creo que investigadores como Armando Bazan que han hecho historia regional, han logrado aproximar la verdad a los acontecimientos pasados. Debemos tener en cuenta que la historia en Argentina es la disciplina científica más exitosa, lo que habla de un interés popular de explicarnos lo que somos.
¿En Salta ha ocurrido cierta idealización de la figura de Varela?
En Salta, pienso, se exageró aquella famosa jornada del 10 de octubre de 1867. Y por lo que he leído de autores salteños, para nada han interpretado no solamente la lucha de Varela, sino del interior federal, y por lo que noto la descalificación es absoluta. Ni Varela fue un asesino, ni menos un ángel. Interpretó las angustias y luchas de sus pueblos y lo hizo con hidalguía; antes de Pozo de Vargas, por ejemplo, invitó a Taboada a pelear fuera del ámbito de la ciudad de La Rioja, para evitar pérdidas de vidas inocentes. Y Ricardo Mercado Luna, quizás uno de los más sensibles historiadores del interior, analizó la crueldad del mitrismo en todos sus aspectos en la represión a los federales, aquellos que se decían civilizados fueron más bestias y crueles que los calificados de salvajes. Quizás haya que hacer por parte de los historiadores salteños una mejor y más equilibrada apreciación de alguien que como Varela creyó posible un país federal. Que no lograse éxito no significa para nada que su lucha fuera estéril e inútil.