Que no se entere Urtubey: Se construyen casas por 35 euros con una impresora 3D

El diario El Mundo ha publicado hoy una preocupante noticia: la de que la start up italiana Wasp ha desarrollado una impresora 3D de 12 metros de largo, capaz de fabricar con barro y adobe viviendas con estructuras circulares de 6 metros de diámetro.

Lo más llamativo de la noticia es quizá el hecho de que cada casa de adobe puede ser construida gastando solo 35 euros (algo así como 600 pesos argentinos).

Según El Mundo, los creadores de la impresora han construido por el momento una de estas viviendas en Massa Lombarda, donde se encuentra la sede de la empresa Wasp. Pero aseguran que tienen pedidos de varios países, e incluso se plantean edificar «un pueblo entero».

A la vista de la fotografía publicada por el diario español, la vivienda construida no es muy bonita ni funcional que digamos. No tiene ventanas -por el momento- y también carece de techo. Sin embargo, ninguna de estas carencias parecen de suficiente entidad como para desalentar la producción de estas particulares «viviendas».

Si nos fijamos bien, esta especie de horno de barro oversized no difiere mucho en cuanto a estética de diseño a lo que el gobierno de Urtubey denomina (pretenciosamente) «soluciones habitacionales».

Si los tentáculos de Wasp llegan a Salta (lo cual no es tan difícil), en poco tiempo podríamos tener barrios enteros construidos, no por esforzados albañiles, sino por una impresora 3D, sin más problemas que darle un clic al botón "Print", y con un presupuesto tan bajo que podrían presentarse a la licitación, no solo las grandes constructoras de obras civiles, sino también las empresas que se dedican al ploteado de ómnibus y traffics.

El impacto sobre el empleo sería mínimo, ya que, según Wasp, solo se necesitan cuatro personas para montar la impresora y echarla a andar a todo vapor.

Lo más ilusionante de todo es que esta máquina se puede armar rápidamente en el chaco salteño, en el marco de lo que el gobierno de Urtubey llama «temporada de verano», como si fuera el periodo de apertura de un festival de cine o de las piscinas públicas, pero que no es más que una especie de «retén para evitar desastres» en zonas dejadas de la mano de Dios.